Nuevo año, revista renovada, más compromiso
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¿Es el bioplástico la respuesta?
Teníamos claro que queríamos sumarnos como empresa y negocio a la campaña contra el plástico de un solo uso: las bolsas que envuelven las revistas para su distribución es particularmente un formato de plástico de un solo uso que por sus características es difícilmente reciclable. Por tanto, optamos por el bioplástico biodegradable. No fue fácil encontrar un proveedor con capacidad para el suministro de este material, más caro y poco demandado, pero lo encontramos. Un interesante ejercicio de prospección que nos sirvió para darnos cuenta que la voluntad no basta, sino también la información: sabemos que hoy por hoy el bioplástico es una solución a corto plazo, insostenible por si misma ante el crecimiento de la demanda, y la necesidad de encontrar fuentes alternativas, como el bioplástico creado a partir de residuos orgánicos o el PLA, un polímero parecido al PET, con apariencia de plástico pero biodegradable. Estaremos atentos a dar los cambios que sean necesarios para optar siempre por la respuesta más sostenible.
¿Deberíamos dejar el papel?
Es tentador. Editar una revista en papel no es fácil, tampoco barato si lo comparamos con la facilidad y flexibilidad de un medio digital. Incluso nos encontramos a veces con anunciantes que renuncian a serlo en nuestra revista por el hecho de ser en papel. Pero somos unos firmes partidarios de mantener este formato para un medio b2b que busca la información pero invita también al análisis y la reflexión. El papel sugiere una lectura sosegada, compartida, a la que puedes volver una y otra vez. Pero además el papel es una industria que ha sabido precisamente apostar por la sostenibilidad para sobrevivir. Algunos datos: los bosques sostenibles europeos crecen cada día en una superficie equivalente a 1.500 campos de futbol; el 72% del papel y el cartón es reciclado en nuevos productos (una de las tasas más altas de reciclaje de un material en Europa); y el 60% de la energía utilizada en la producción del papel en Europa procede de fuentes renovables. Si quieres saber más puedes consultar https://lovepaper.org/.
En nuestro caso, el papel que utilizamos está certificado por FSC (Forest Stewardship Council) una organización no gubernamental, independiente, sin ánimo de lucro e internacional, que se creó en los años 90 para promover una gestión forestal responsable con el medio ambiente y con la sociedad, al tiempo que económicamente sostenible, en los bosques de todo el mundo. En España la organización que se encarga de garantizar el papel con certificación FSC es FSC España, que ha elaborado los Estándares Españoles de Gestión Forestal, basándose en las normas internacionales. ¿Y esto qué significa? que los bosques que certifica FSC España llevan a cabo una gestión forestal basada en buenas prácticas, garantiza un buen estado ambiental del monte y favorece el desarrollo socioeconómico de la zona. Por lo tanto, lo que se certifica por el FSC es la buena gestión del monte, independientemente de lo que en él se produzca. De esta forma, una vez que un monte está certificado, todos los productos que salen de él también lo están.
Hay que luchar por una cadena de responsabilidad
Es importante crear una cadena de complicidad con tus proveedores. De nada sirven los gestos aislados si no contagias y consigues una reacción. Por eso hay que tomar decisiones, y en ocasiones salir de tu zona de confort. En nuestro caso, la elección de la Fundación Asproseat como nueva distribuidora de nuestros medios impresos ha sido muy meditada. Esta empresa forma parte de un conjunto de centros especiales de trabajo (CET) dentro de la Fundación Ginesta, que trabaja para la creación de puestos de trabajo para personas con discapacidad, en este caso, la manipulación de publicidad y prensa para su distribución.
Recodemos qué son los CET y porqué es interesante tenerlos en cuenta en un sector como el nuestro, en el que numerosos servicios encajan en este tipo de empresas que aseguran un trabajo remunerado a las personas con discapacidad y garantizan su integración laboral. El objetivo de estos centros es productivo, como el de cualquier otra empresa, pero su función es social. Los CET tienen como finalidad asegurar un puesto de trabajo remunerado y la prestación de los servicios de ajuste personal y social que requiere el personal con discapacidad. Los CET también son un medio de integración de personas con discapacidad en el régimen de trabajo ordinario. Casi la totalidad de la plantilla de los centros especiales de trabajo estará constituida por trabajadores y trabajadoras con discapacidad, sin perjuicio de las plazas en plantilla del personal no discapacitado, también imprescindible para el desarrollo de su actividad. Pueden incorporarse como trabajadores y trabajadoras a los CET las personas con discapacidad intelectual, física, sensorial o enfermedad mental. Su plantilla tiene que contar con un mínimo del 70% de personas trabajadoras con un grado de discapacidad igual o superior a un 33%.