JMJ Rio 2013 “Un evento son lecciones que solo en el terreno se pueden aprender
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Comenzare este post pidiendo disculpas por la casi nula proliferación de mis post durante el ultimo año, pero he de reconocer que mi cabeza no me daba para mas, que en lo que estaba trabajando.
Para los que no lo saben, a partir del 15 de septiembre del pasado año, me embarque en una de las más bonitas aventuras que un profesional de los eventos puede llegar a realizar, servir en el evento “más grande del mundo” (las Jornadas Mundiales de la Juventud) y en una ciudad maravillosa, como es Rio de Janeiro.
Todavía desde Brasil les escribo, desde un lugar que invita a la reflexión, a saborear todos esos momentos vividos, desde las costas de Fortaleza, más concretamente desde Jericoacoara.
¿Como realizar un evento de más de tres millones de personas, en su mayoría solo con voluntarios?
Añadir a esto, la dificultad que entraña el realizarlo ademas en Rio de Janeiro, donde el transporte, pese a que duelan mis comentarios a la prefectura de la ciudad, es sumamente mejorable (digamos que el área de mejora es incalculable).
Añadir también, aunque esto nuevamente conlleve dolor, esta vez a los responsables más “visibles” de la organización, que gracias a Dios, poco tuvieron que ver en todo lo acontecido, o mucho, según se mire. Su total inoperancia, dio cabida a la operancia de miles de voluntarios de todas las naciones, sobre todo, a todo el pueblo de Rio de Janeiro, como nos muestra esta imagen.
Ellos, han sido los culpables de que dicho evento haya llegado y llenado, a los millones de asistentes, de que de esta ciudad salieran con el corazón lleno, por su hospitalidad, alegría, disposición, generosidad y entrega sin limites… no hay palabras para expresar el trabajo de este pueblo, más concretamente de la ciudad de Rio de Janeiro.
En este post no estoy hablando de los mensajes o de en que consiste tener ese “corazón lleno”, pero si desde la visión de un organizador de eventos, del milagro patente en todo lo acontecido.
¿Se suspendio Guaratiba?
Fui una de las personas que no tuvo ningún interés durante los meses previos a la realización del evento, en desplazarme hacia este lugar, sitio elegido para los actos más culminantes de dicho evento.
Se había planeado sacarlos fuera de la ciudad, llevarlos a Guaratiba, lugar a más de 45 kilómetros de Rio de Janeiro, de difícil acceso y al que solo se podía llegar tras caminar 13 kilometros, excluyendo así, a gran parte de este pueblo que tanto había trabajado por ello.
Tras la supension de los actos en Guaratiba, por causa del “mal tiempo”, todo se traslado a la ciudad, a las calles de Rio, a la playa de Copacabana, siendo la fiesta más grande nunca vista en la historia de Rio de Janeiro.
La playa se lleno como nunca se habían imaginado, ahora los responsables de la organización presumen de haber tenido la segunda Jornada Mundial de la Juventud más numerosa de la historia, (3.700.000 participantes), creo que no deberían sacar pecho, si todo se hubiera realizado como ellos habían planeado (es decir en Guaratiba), posiblemente hubiera estado entre las ultimas, si por numero de personas se quiere medir el éxito de este evento.
Ha sido totalmente enriquecedor ver como pese a la envergadura del mismo, los valores como el cariño, el amor, la responsabilidad de alguna de las partes, la entrega… y el buen hacer, de varias de las empresas subcontratadas, son los que conseguían sacar a flote el mismo.
Pero sobre todo, la entrega, valor, coraje, valentía, generosidad y fe sin limites, de los miles de voluntarios, que al igual que el pueblo brasileño, desde que termino la JMJ Madrid 2011, comenzaron a trabajar para la JMJ Rio 2013, ellos han sido las manos, del milagro de este evento.
Regreso el 15 de agosto nuevamente a Madrid, con muchos recuerdos, “Un evento son lecciones que solo en el terreno se pueden aprender”, pero sobre todo con mucha “saudade” esa palabra que por no tener traducción, da más nostalgia a su significado.