El desastre del Burning Man
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Uno de los últimos y más exclusivos festivales de este verano, el Burning Man, ya forma parte del grupo de festivales que este año se han convertido en un completo caos. Es más, podríamos decir que encabeza este listado: el desierto de Black Rock (Nevada) no solamente se ha convertido en un gran barrizal del que sus más de 70000 asistentes no han podido salir hasta un día después, sino que, además, una persona perdía la vida dentro de sus inmediaciones.
Tras 8 días de música, diversión y fiesta sin ningún tipo de complicación, llegaba lo peor: las lluvias torrenciales que han afectado principalmente al estado de Nevada convertían al desierto en una especie de tierras movedizas. El Burning Man quedaba, por supuesto, cancelado; pero el problema iba mucho más allá. El barro hacía imposible que ninguno de los asistentes pudiese abandonar el lugar sin que sus vehículos quedasen atascados, haciendo que los festivaleros quedasen atrapados en las inmediaciones. Y, por si fuese poco, añadir también la falta de recursos (los asistentes han tenido que racionalizar los alimentos) y de servicios esenciales como el acceso a los aseos, llenos de residuos.
Ante esta situación, los organizadores del Burning Man han creado una guía de supervivencia, a través de la que también se han ido informando de cada una de las novedades sobre el desastre causado por las lluvias. El pasado lunes desde el festival daban por fin luz verde a los asistentes para poder abandonar el recinto, lo que ha generado un problema más: colas kilométricas para poder salir.
Un ejemplo más, después del desastre del Medusa del año pasado, de que las condiciones climatológicas pueden arruinar por completo un festival. ¿Conseguiremos en los próximos años hacer por fin frente a este tipo de situaciones, que ponen en peligro tanto la seguridad de los asistentes como la imagen del festival, de forma ejemplar y evitando nuevos desastres en el sector?