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Ahora se que muchos conocemos la historia del abejorro, se la oí contar muchas veces a mi padre (casi pensaba que se lo había inventado el), pero hace un año me vino a ver mi amiga Mª Antonia y me la contó por segunda vez. Fue una agradable sorpresa, ya que es la primera vez […]

Ahora se que muchos conocemos la historia del abejorro, se la oí contar muchas veces a mi padre (casi pensaba que se lo había inventado el), pero hace un año me vino a ver mi amiga Mª Antonia y me la contó por segunda vez. Fue una agradable sorpresa, ya que es la primera vez que la escucho de una persona que no sea mi padre, «El Abejorro» es un ejemplo que se me quedó grabado y he utilizado en multitud de ocasiones a la hora de transmitir ideas a mis equipos…

Para quien no la conozca, la historia dice: “el abejorro está demostrado, que por su cuerpo, por sus alas, por sus características físicas, científicamente…¡¡no puede volar!! Pero increíblemente el abejorro ¡¡vuela!! Está claro que si al abejorro desde pequeño, le enseñaran a leer y le demostraran científicamente sus limites, no volaría. “Yo no puedo volar”, diría, “así que lógicamente no lo voy a intentar, seguro que me mataría”.

Y eso es lo que nos pasa muchas veces, nos auto limitamos, cómo vamos a ser capaces de hacer ésta u otra cosa, es imposible, porque me faltan ciertas características, porque no tengo ciertos estudios, porque físicamente tengo estas limitaciones, porque ya me han dicho que es imposible, porque esto no se habia hecho nunca, porque …

Desde bien pequeños, nos están limitando comenzando por nuestros padres, como dice Joan Manuel Serrat, “esto no se dice, esto no se hace, esto no se toca”.

Y es una auténtica pena, porque así nunca sabremos lo que realmente somos capaces de hacer, y si lo pensáramos detenidamente, posiblemente diríamos…¿Y por qué no? ¿Y porqué no vamos a ser capaces de llegar a donde nos propongamos?.

En realidad, por mucha técnica y medios científicos de que dispongamos, desconocemos nuestros límites y probado está que el ser humano es capaz de lograr cosas increíbles. Seríamos tremendamente más felices si sacásemos todo ese potencial que cada uno llevamos dentro.

Tenemos demasiados ejemplos de superación de estas limitaciones, y en esta misma conversación hablando con Mª Antonia me comentó también que su hijo Pablo, se independizaba, ahora, a sus 40 añitos, o “añazos” según se mire, y probablemente todos estéis pensando que ¡¡¡¡¡¡Ya era hora!!!!! creo que tenéis razón, solo que Pablo tiene síndrome de Down, 40 años y ¡¡por fin!! es independiente, gracias en parte, a una madre y a un hijo, que no creen en los límites marcados por la sociedad y sí en el potencial infinito del ser humano.

Personalmente no tengo ninguna queja de mis padres, dejaron volar mi imaginación, me dejaron pintar las paredes de mi cuarto, dormir en la buhardilla del pueblo, disfrutar de mis amigos, vivir aventuras desde bien pequeño, enfrentarme a peligros,…

Nunca sabremos cuál es nuestro límite. Si perdemos el miedo a luchar por nuestras ilusiones, el abejorro vuela, Pablo también y ¿TU?

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