Una noche rocker para la cena de empresa de Schibsted
Compartir noticia
Escuchar
La música rock encajaba con la filosofía rompedora y revolucionaria que se quería imprimir al evento. En su día el rock cambió y revolucionó la música, irrumpiendo como un género con fuerza, atrevido, desenfadado y enérgico. Mismos valores que se quisieron trasladar al evento. Con una intensa campaña de comunicación previa en la que mensajes motivadores vinculados con canciones y lemas del mundo rocker invitaban a los empleados de Schibsted a acudir a una noche de rock. Para ello se eligió el Palau Sant Jordi, en espacio con solera en el circuito de conciertos por el que han pasado artistas internacionales como Alice Cooper, Lenny Kravitz, Mumford & Sons, Slash, o Franz Ferdinand. Además de encajar en el concepto de templo de la música en directo, se trataba de un espacio de gran capacidad, y además la polivalencia de sus medios técnicos facilitaba la producción de las distintas actuaciones que se iban a desarrollar durante la cena, así como el recrear el ambiente de los clásicos clubs de punk y rock, reconvertido para esa noche como el Sant Jordi Club, abrió sus puertas para que 1.100 empleados de Schibsted disfrutaran de una experiencia rockabilly. Actores caracterizados de míticas estrellas del rock (Kiss, ACDC, Freddy Mercury… ) daban la bienvenida al evento y se entremezclaban entre el público animando la noche.
Partiendo de la estructura de cóctel + cena finalizando con una fiesta rockera, la agencia contó con la empresa Amfivia para trasladar el concepto del rock al contenido y las animaciones del evento ideando una actividad conjunta que involucraba la participación de todos los asistentes a lo largo de la noche. Como en todos los conciertos míticos, queda para la posteridad el videoclip del show y para Schibsted también habría un videoclip de esa noche. Se ambientaron seis zonas potenciando lo mejor de la estética rockera: desde los camerinos de las grandes estrellas, zonas de tatuajes, hasta una zona de futbolines, un corner de atrezzo o la réplica del mítico club neoyorkino CBCG. Estas áreas servían de set de rodaje, los asistentes podían pasar en grupo por cada una de ellas y en cada punto había personal dirigiendo la grabación y animando a los asistentes a sacar su lado más rocker. Unos semáforos les indicaban si podían participar (semáforo verde) o si debían dirigirse a otro set (semáforo rojo porque la grabación en ese córner ya se había iniciado). La grabación se hizo de forma paralela al evento, así como en los diferentes sets. Después, comenzó la tarea de edición express in situ que permitió tener el material a media noche y sorprender a todos en el punto álgido de las actuaciones que se desarrollaban en el escenario principal.
Los invitados no sospechaban que a las 00.00h en punto los shows de los artistas invitados sufrirían una parada para dar paso a la proyección del videoclip más rockero y participativo que ellos mismo habían creado.