Un viaje espiritual por Myanmar, la Asia más desconocida…
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Comienza la aventura desde Madrid. Tras la reunión en el Aeropuerto de Madrid, partieron hacia la aventura a Yangon pasando por Dubái. Una vez en Myanmar, se alojaron en el Chatrium Hotel, check-in… y regalo en la habitación (todavía no sabían en qué momento tendrían que darle uso).
Visita a Bagan. Llegada a Bagan y almuerzo en el restaurante Art of Bagan. Como anécdota, “nos encontramos a la salida del restaurante con una ceremonia típica en la temporada en la que los niños tienen que pasar un tiempo en un monasterio”, nos señala Gerardo. Después, fueron a visitar un mercado callejero para comprar algún detalle local y observar a los lugareños. Por la tarde, les esperaban a la salida del hotel coches de caballos, que mantenían su estilo desde el s.XI, y que les llevaron en un recorrido al atardecer por la famosa explanada de las Pagodas de Bagan. Y como sorpresa, disfrutaron de la maravillosa puesta de sol desde lo alto de una colina.
Aventura en el río Ayeyarwaddy. La jornada comenzó con un paseo en tuktuk (personalizados con la imagen de la empresa)hacia uno de los monasterios reservados en exclusiva, donde asistierona las ceremonias tradicionales, y conocer el día a día de estos monjes que viven rodeados de calma y silencio.Almuerzo en el restaurante Sunset Garden y por la tarde llegó la aventura: salida desde el muelle en barcos hacia el banco de arena del río Ayeyarwaddy. En el banco de arena, se tomaron un cóctel mientras observaron cómo los locales juegan al Chinlone, una combinación entre deporte y baile, un equipo sin contrincante. Y para terminar el día, traslado alBagan Hotel River View para una cena con vistas al templo, para la cual tuvieron que ponerse el ‘Longyi’ un traje típico (una especie de pareo) quese les había dejado el primer día en la habitación.
Excursión por el Lago Inle. Desayuno en el hotel y salida hacia el aeropuerto para coger el vuelo a Heho. Llegada a Heho y traslado a NyaungShwe para disfrutar de una excursión en el Lago Inle. Supuso un día muy espiritual, ya que visitaron el Monasterio ShweYanPyay, “un monasterio más pequeño pero muy auténtico”,señala Gerardo, y la Pagoda Phaungdaw OO. A la llegada, se encontraron con unos niños y monjes que estaban rezando y haciendo sus deberes. “Es curioso ver cómo los niños entienden esos sacrificios y aceptan la disciplina impuesta con alegría y responsabilidad”, señala Gerardo. Además conocieron a los famosos remeros de Inthar, jardines flotantes, métodos locales de pesca, la vida en los pueblos… Tras la visita, pasearon hasta una casa local de Inntha donde almorzaron antes de seguir con la visita hasta llegar al pueblo de Inpawkhon y el Monasterio NgaPhe donde admiraron una fantástica colección de imágenes de Buddha. Terminaron el recorrido con la visita de los pueblos de Mine Thauk y Pay Pin Inn. El traslado por estos pueblos se realizó en barcas a motor de cinco personas, “un momento mágico, ya que pudieron disfrutar de pasear por zonas más estrechas donde no entraban las barcas grandes”, nos señala Gerardo.
Naturaleza local en Inle. Si de algo puede presumir Myanmar, es de poseer una naturaleza apenas manipulada por el ser humano. “El cuarto día, se quiso transmitir los valores de la naturaleza y gastronomía que protegen los locales”, nos señala Gerardo. La visita comenzó por el complejo de la Pagoda Indein. Terminada la visita, fueron a un al bosque de bambú donde disfrutaron de un refrigerio a base de cerveza local, agua y refrescos. “Instalamos una jaima gigante con telas de colores y los sorprendimos en la mistad de un bosque de bambú”, señala Gerardo. Después, regresaron a las lanchas para trasladarse a un exótico restaurante flotante donde almorzaron; se trataba de un antiguo barco que transportaba arroz, totalmente equipado como restaurante. A bordo los chef prepararon la comida mientras disfrutaron de una experiencia gastronómica rodeados de un escenario inigualable. Por la tarde disfrutaron de una típica regata a remo de Inn Thar.
Última visita: Yangon y vuelta a la realidad. Todo viaje tiene su fin. Desayuno en el hotel y salida hacia el aeropuerto para tomar el vuelo a Yangon. Una vez en Yangon se trasladaron al Hotel Sule Shangrila, donde tuvieron tiempo libre para disfrutar del hotel o ir de compras. Almuerzo en el hotel y salida del grupo para visitar la famosa Pagoda Shwedagon. Como broche final, cena en el Restaurante Le Planteur. Y… vuelta al aeropuerto de regreso a Madrid.