Un incentivo con aires de Varsovia
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El evento, organizado para los directivos generales de una empresa dedicada al sector de la electrónica y sus respectivas esposas, permitió que Varsovia se luciera como destino para viajes de incentivos. «Es una ciudad que en su día fue la Paris del norte de Europa, donde la música, la cultura y la arquitectura vivían en armonía, hasta que llegó la segunda guerra mundial. Hitler hizo que Varsovia entera fuera el gueto más grande del mundo, y destrozó todo a su paso», explica Sandra Vallcaneras de Talisman. Hoy es una ciudad resurgida de sus cenizas, y que convive con todo tipo de creencias, religión y credo.
Para ello, hasta el más mínimo detalle fue cuidado. Inclusive los cabezales del avión, las botellas de agua, los snacks y servilletas que se sirvieron a bordo del charter llevaban el logo de la empresa. Para sacar lo mejor de la ciudad, la llegada y traslado hasta el hotel se hizo en un autocar de lujo, a tono con los palacios de aquella bella época.
El placer de la suntuosidad
El encuentro se planificó combinando momentos de trabajo con ocio. Una vez en el hotel se preparó un coctel y almuerzo de bienvenida, para luego pasar a una reunión de trabajo. Mientras tanto, las acompañantes asistieron a un desfile privado de pieles para la cual se preparó una sala al más puro estilo pasarela Gaudi. A cada asistente se le regaló un cuello de visón tras la exposición.
A la altura de las circunstancias, la cena fue en el Palacio de Varsovia. Los jardines fueron decorados con velas, y antes de la cena se sirvió un coctel mientras los invitados disfrutaban de las vistas del palacio en exclusiva.
El segundo día sumergió de lleno a los asistentes en la ciudad, con una visita guiada. A cada uno se le entregó un sistema de audio guía traído desde España, con tecnología Wireless lo que les permitió caminar libremente por la urbe. En distintos puntos de la ciudad se instalaron puestos para refrescarse, picar algo y descansar.
El almuerzo fue en uno de los restaurantes situados en el interior de uno de los parques de la ciudad. Luego fueron trasladados hasta la Galería Porcinski en coches de lujo, uno por pareja. Al llegar eran recibidos por una banda militar polaca que sonaba en la recepción del lugar. Luego disfrutaron de una cata de caviar y vodka, y la cena fue en la misma galería.
Para más información: {ms_202}