Más de 8.000 foodies participan en el Time to eat Fest de Time Out
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Barcelona es una ciudad muy vinculada a la cultura y la gastronomía y (por suerte para los que vivimos aquí) cuenta con una amplia oferta de actividades. Hoy te traigo una organizada por la revista Time Out, que como sabrás, desde hace un tiempo pasó de informar sobre la agenda de actividades a formar parte de ella. Se trata de la segunda edición del Time to eat Fest que se celebró en la Antigua Fábrica Damm (la primera fue en 2019 en el Museo Marítimo) y reunió a 17 restaurantes de la ciudad que prepararon una selección de platillos.
Durante dos días, más de 8.000 foodies se pasaron por el festival que también pudieron disfrutar de una zona de cócteles, charlas y debates, música en directo y también del metaverso. Además, fue concebido como un evento family friendly, por lo que los niños también tuvieron su espacio y actividades pensadas especialmente para ellos, como talleres de elaboración de cookies, magdalenas y tiramisú a cargo de Cacaolat. Esa zona también contó con ‘el rincón del arte’, en el que los más pequeños podían colorear y realizar manualidades; así como una ludoteca al aire libre.
Esta nueva edición ha superado las cifras del primer año y el objetivo es seguir creciendo. Según nos cuenta Mabel Mas, directora general de Negocio de Time Out, “aún hay mucho margen de crecimiento, a nivel de días de festival, presencia de chefs…”, incluso se están planteando llevar el festival hasta Madrid para poner en valor sus propios productos locales.
Producto local
Uno de los objetivos principales del festival es poner en valor el producto local, al mismo tiempo que se homenajea a los agricultores y ganaderos. Según explicó Eduard Voltas, CEO de Time Out, se les quería hacer un homenaje a través de los 20 chefs que participaron elaborando platos de alta cocina tradicional catalana y también platillos internacionales. En total, los asistentes pudieron degustar 14 degustaciones saladas y 3 dulces.
Aparte de degustar las diferentes propuestas, también se realizaron otras actividades alrededor de la comida desde la Time Out Academy. Se trata de un espacio destinado a charlas y debates, con el objetivo de divulgar conocimiento, al que los asistentes podían acceder de manera gratuita. Se trataron temas como la importancia de la presencia estética de los platos, en la charla “Comemos por los ojos”; las oportunidades que brinda TikTok como nueva plataforma para divulgar recetas y restaurantes; y se debatieron temas como el veganismo frente al consumo de procesados.
Mínimo impacto
Vemos que, en los últimos años, tanto organizadores de eventos, como las propias empresas y marcas, están poniendo especial atención en el impacto medioambiental que tienen sus eventos. Con la voluntad de reducir dicho impacto, el Time to eat Fest se comprometió desde el principio a ser un festival 100% sostenible. Por un lado, la moneda oficial del evento fueron unos tokens procedentes del proyecto Fichas Oceánicas, unas monedas elaboradas con redes de pescadores. Además de los contenedores de reciclaje que se ubicaron por todo el recinto de la fábrica.
La vajilla y cubertería que se utilizó era compostable y los vasos eran ecológicos, sostenibles y reutilizables; lo que supuso evitar un 80% de los desechos generados en un acontecimiento de estas características. Por otra parte, el mobiliario que se usó también era reutilizado y reutilizable. Por lo tanto, tal y como destacan desde la organización, “no ha habido nada que se haya desperdiciado tras el festival”.
Música en directo
La segunda protagonista del festival sin duda fue la música, a través de una variada selección de DJs. A lo largo del fin de semana, los asistentes pudieron disfrutar de diferentes registros (como electrónica reposada, música indie o pop sesentero, entre otros), a cargo de reconocidos nombres del sector como Miqui Puig, el ex cantante de Los Sencillos; DJ Nacho Ruiz (Ladilla Rusa); o Axel & Jes (Sidonie) DJ set, que serán los teloneros de los Rolling Stones, y que estuvieron a cargo del fin de fiesta.
Experiencias inmersivas
Queda claro que la presencialidad ha vuelto y que (en general) es lo que más gusta, pero eso no quita que el metaverso se ha colado en nuestras vidas. Por ello, durante el festival también hubo un espacio donde se ofrecía la posibilidad de vivir una experiencia gastronómica inmersiva en este universo de realidad virtual. Una de las actividades era un videojuego (con realidad aumentada) que tenía a frutas y verduras como protagonista. Por otro lado, los usuarios pudieron acceder al “festival dentro del festival”, tal como lo describe Mabel, a través de un código QR que podían escanear desde un ordenador o smartphone. La idea era aportar una experiencia complementaria, sin necesidad de utilizar gafas ni mandos, con la que los asistentes podían crearse sus propios avatares y pasearse por la recreación virtual de la fábrica Damm. Una vez dentro, los avatares podían interactuar entre ellos y visitar un museo de realidad virtual creado y personalizado especialmente para la ocasión. Además, también se instalaron dos photocalls donde se podían hacer fotos y vídeos, uno de ellos en formato 360º.