Por qué el concierto de Raphael en WiZink te va a dar muchos argumentos para la vuelta a los eventos
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Todos hemos visto estos días fotos de lo que parece ser una enorme aglomeración con motivo del concierto de Raphael, solo en algún medio generalista aparece una foto tomada desde arriba: como por arte de magia lo que parece ser una multitud se convierte en una serie de islas con lo que parecen no tantas personas. Y es que, recodemos, la capacidad del WiKink permite un aforo de 17.400 personas, por lo que la asistencia de solo 4.368 personas supuso ocupar solo el 25% del aforo, a pesar de que la normativa de la Comunidad de Madrid permite en eventos activar hasta el 40% de los aforos. Esto permitió al recinto duplicar el distanciamiento entre los asistentes. Si la normativa establece un asiento de distancia entre el público, en esta ocasión la distancia se duplicó hasta dos asientos, lo que representa más de un metro de distancia, e incluso no se usaron las filas de delante y detrás del público asistente, lo que aislaba totalmente a los grupos.
Como es habitual en los grandes conciertos, y más en estas circunstancias, días antes del concierto se celebró la reunión de Seguridad en la delegación de Gobierno de Madrid, en la que la Dirección de Seguridad del WiZink Center planteó el Plan de Seguridad del concierto, que recibió el visto bueno tanto de la delegación de Gobierno, como de Bomberos, SAMUR-Protección Civil, Policía Nacional y Policía Municipal.
Este Plan de Seguridad establecía, y así se hizo, que el recinto se iba a sectorizar, estableciendo módulos diferenciados de gradas: Goya, Felipe II, Fuente del Berro y pista, para limitar la movilidad de las personas. A cada uno de estos sectores se entraba por puertas diferenciadas, de las más de 50 que se abrieron para la ocasión, con sistemas de toma de temperatura, dispensadores de geles desinfectantes, alfombras de desinfección de calzado y control de entradas sin contacto físico. Lógicamente, era obligatoria en todo momento el uso de mascarilla y el público dispuso de un sistema informático para solicitar bebida y comida desde sus asientos para evitar la circulación por los pasillos.
El protocolo de Seguridad también incluía un número adicional de informadores y acomodadores, tanto en el exterior como en el exterior del recinto, para evitar concentración de personas, lo que hizo que tanto la entrada como la acomodación fueran muy fluidas. Los cerca de 300 profesionales que trabajaron en la organización, horas antes de comenzar el concierto se sometieron a un test de antígenos para garantizar su estado. Los datos fueron incorporados al fichero de los test que está realizando la Comunidad de Madrid.
Atendiendo a informes sobre la propagación del virus en recintos cerrados, el WiZink Center modificó su sistema de ventilación, anulando la recirculación del aire y forzando la renovación completa del aire cada 12 minutos, lo que logra una calidad del aire IDA 2, cercana a IDA 1 (cuando por reglamentación bastaría con un IDA 3), es decir, muy similar al que podemos encontrar al aire libre. Para controlar la concentración de CO2, se realizaron también mediciones cada hora, con resultados en torno a las 600 ppm, muy próximos a los datos del exterior, también controlados, y que midieron sobre las 400 partículas por millón.
Al finalizar el evento, el acta realizada por el servicio especial de inspección de espectáculos públicos y actividades recreativas de la Policía Municipal reflejó que el concierto se había desarrollado dentro de la más absoluta normalidad. El protocolo de Seguridad Sanitaria, en su momento, recogió las observaciones transmitidas por la dirección de Salud Pública de la Comunidad de Madrid y el Plan de Seguridad aplicado en para este concierto cumplió toda la normativa aplicable.