Myanmar, un viaje más allá de los sueños
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Bienvenidos al país que venera más a los monjes que a las estrellas de rock. Salida desde Madrid con rumbo Yangon. “Volamos con la compañía Qatar Airways con escala en Doha en su A380… Al día siguiente llegamos a Myanmar con una ofrenda floral con mujeres ataviadas con sus trajes tradicionales”, nos señala José Suárez (director nacional Mice & DMC) de LTN Spain. Llegada al Hotel Pan Pacific 5*con un cóctel de bienvenida en la terraza, y salida para visitar el recinto religioso de Shwedagon que alberga la pagoda más grande y antigua del mundo. Cada persona siguiendo con las costumbres del país ofreció flores y se encendieron velas en ofrecimiento a Buda. Cena alrededor del lago en el restaurante Seeds: dirigido por Lucia Eppisser y su esposo Felix, un chef suizo estrella Michelin.
Alojamiento y salida temprano hacia la ciudad de Bagán. Desde el siglo IX hasta el siglo III, la ciudad fue la capital del Reino de Pagan, se construyeron más de 10.000 templos budistas, pagodas y monasterios en sus llanuras. Hoy en día aún permanecen los restos de más de 2200 templos y pagodas. A la llegada visitaron Nyaung U, el colorido mercado local lleno de frutas y verduras donde se experimenta la vida diaria, probaron sus frutas tropicales en puestos reservados para el grupo. A continuación, dieron un paseo en moto-trishaw para ir a visitar Shwezigon Pagoda, y por la tarde y después de una comida oriental basada en verduras, arroz, pollo y pescado con vistas al rio, “salimos en coches de caballos para ver un mágico atardecer desde la carretera de Bagan, rodeada de templos que transmiten paz y relajación”, nos señala José Suárez.
Visitar la Pagoda de Ananda, uno de los templos más bellos y conocidos de Bagan. Al día siguiente se adentraron en un pueblo para conocer la vida rural observando sus tradiciones y como trabajan la artesanía. “Visitamos una comunidad de mujeres jirafas hasta llegada la hora de comer en un restaurante situado en la orilla del rio Ayeyarwady con unas bonitas vistas con comida local”, nos señala José Suárez. Por la tarde tuvieron un partido del ‘Chin Lone’, un juego tradicional que se utiliza una pelota hecha de rattan, los jugadores forman un círculo e intentan que siempre se mantenga en el aire pasándola como en el futbol de jugador a jugador, después subieron a bordo del crucero a través del Rio Ayeyarwaddy llegando a la orilla donde disfrutaron de unas vistas del atardecer a la vez que tomaron un refrigerio local. Por la noche, la cena fue todo un placer para los sentidos: un paseo entre velas, antorchas y lámparas iluminadas de bambú hasta llegar a una pagoda escondida entre palmeras y un bonito jardín. El ambiente fue mágico donde, “además contamos con entretenimiento a base de danza tradicional y música de xilófono y arpa”, nos señala José Suárez. Muy al amanecer se pusieron en marcha para vivir unas de las experiencias más recomendadas del viaje: paseo en globo contemplando toda la belleza de las miles de pagodas extendidas por la ciudad de Bagán.
Lago Inle y visita a los viñedos de Ayethaya. “Caminamos por sus alrededores, tuvimos una cata de vino y a continuación, disfrutamos de un agradable almuerzo en las instalaciones de la bodega”, nos señala José Suárez. Después se trasladaron al lago donde los remeros de piernas del Lago Inle hicieron una recreación de una competición con premio incluido, siguieron con un paseo conociendo los jardines flotantes, los métodos locales de pesca, la vida del pueblo y el magnífico paisaje hasta llegar al embarcadero del lujoso y recién inaugurado Hotel Sofitel 5*. Antes de almorzar, “ofrecimos una parada en un área privada para hacer una degustación de insectos acompañados de refrescos y cervezas locales. ¡Si insectos! Y estaban muy ricos y crujientes”, exclama José Suárez. El almuerzo consistió en un original restaurante flotante, un barco que se dedicaba al transporte de arroz. Los chefs a bordo prepararon la comida mientras disfrutaron del paisaje y de una experiencia gastronómica.
Cena de Gala con trajes típicos locales. Disfrutamos de un pequeño aperitivo de bienvenida antes de formar parte de una ceremonia privada en la que depositamos en el agua pequeños farolillos flotantes de diversas formas y colores hechos con bambú. Una forma de adorar al guardián y traer suerte y fortuna. Todos encontraron en las habitaciones los trajes típicos y bajamos a la ceremonia ataviados con los trajes tradicionales para terminar disfrutando de la cena de gala en un elegante salón del hotel.