Las experiencias inmersivas han venido para quedarse
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ACCIONA Cultura, la división cultural del grupo ACCIONA (líder en el sector de desarrollo y gestión de soluciones sostenibles de infraestructuras) ha sabido entender y apostar por la importancia de estas experiencias en el desarrollo de eventos, museos y exposiciones. Cuidadosamente elaboradas y diseñadas, estas son capaces de establecer conexiones únicas entre las personas a través de momentos inolvidables que despiertan sus sentidos y que incluso pueden motivarlos a tomar conciencia de sus acciones de una manera colectiva. A diferencia de los eventos tradicionales o de las experiencias más estáticas en museos y centros culturales, los asistentes se conviertan en participantes activos en lugar de meros espectadores gracias a estos nuevos entornos.
En su libro Hamlet from the Holodeck (1997) la catedrática de medios digitales Janet Murray describe la inmersión como la «sensación de estar rodeado por otra realidad, tan distinta como lo es el agua del aire». Esta analogía subraya a la perfección la naturaleza transformadora de las experiencias inmersivas para transportarnos más allá de nuestro entorno, y destaca el profundo cambio de percepción y compromiso que se produce cuando nos trasladamos por completo a una realidad simulada o un mundo ficticio. Y aunque los elementos sensoriales y las tecnologías interactivas e inmersivas son un recurso clave para el desarrollo de este tipo de experiencias, la narrativa no deja de ser, si no, la que crea la experiencia. Sin una buena historia nunca lograremos una experiencia inmersiva que trascienda.
Narrativa y tecnología está presente en Mar Jurásico, uno de los últimos proyectos de ACCIONA Cultura. Ubicado en Dinópolis-Teruel, el mayor parque paleontológico de Europa, esta experiencia inmersiva trata de generar una ilusión de un “tiempo” y de un “lugar” para transportar al visitante a las Eras Paleozoica y Mesozoica. A través de proyecciones 3D, audiovisuales, interactivos, elementos museográficos e inteligencia artificial, Mar Jurásico recrea de manera multisensorial una aventura marina en la noche de los tiempos. Para acentuar la sensación de inmersión, en este proyecto no se incluye señalética o gráfica, que entorpecerían el realismo de la experiencia. La ausencia de estos favorece una circulación libre y activa por parte del visitante, que se mueve de manera intuitiva por las salas, interactuando con aquellos elementos que llamen su atención. Este es el caso de las réplicas hiperrealistas que invitan al visitante a experimentar y aprender, utilizando otros sentidos que no tienen cabida en espacios museísticos tradicionales, como el tacto.
En el caso de Terra, el majestuoso pabellón de Sostenibilidad en la Expo de Dubái 2020, de más de 10.000 m2 y obra del arquitecto Nicholas Grimshaw, el objetivo de la experiencia inmersiva es promover un sentido de responsabilidad colectiva hacia el planeta. En un emocionante viaje alrededor de la tierra, se invita a los visitantes a interactuar con los recursos expositivos, multimedia e interactivos, y comprender que cada acción tiene un efecto en el medioambiente.
“Economía de la experiencia”
En una sociedad postpandemia y digital, sumida también en la inestabilidad de una nueva guerra en Europa, el público busca experimentar vivencias intensas y memorables gracias a este tipo de experiencias, también cuando consume.
En los últimos años, el alto grado de difusión de las experiencias inmersivas como tales, y el uso cada vez más extendido de sus recursos tecnológicos y narrativos en el retail, ha motivado la creación del World Experience Summit, celebrado por primera vez en Londres el pasado mes de junio. Este encuentro presencial, de tres días de duración, reunió a pioneros y expertos de diferentes sectores de la llamada “economía de la experiencia”, es decir, aquella que busca que el consumo de determinados productos o la utilización de ciertos servicios se convierta en algo memorable para los clientes. Según la World Experience Organization (WXO), la institución que está detrás de este primer encuentro, se estima que el valor de la “economía de la experiencia” alcance los 12 billones de dólares en el año 2028, impulsado por la búsqueda masiva de un público o consumidor que valora, cada vez más, la vivencia de experiencias significativas frente a la acumulación de bienes materiales.
Carla Prat, responsable de estrategia creativa del departamento de experiencias de ACCIONA Cultura, participó en el panel Selling Crazy: The Importance of communication In Immersive. En este, Prat, que es además directora creativa de Vida y Obra de Frida Kahlo, la única exposición inmersiva dedicada a una mujer pintora, con la que ACCIONA Cultura ha cosechado más de 10 premios internacionales de diseño, destacó la “complejidad de comunicar sobre estas experiencias poco convencionales y altamente atractivas”. En ese panel y a lo largo de las diferentes sesiones, se habló de la verdadera medida del éxito de una experiencia inmersiva, que reside en su capacidad para evocar un impacto emocional duradero, que resuene en los asistentes mucho después de que concluya.
¿Y el futuro?
La tecnología juega un papel claro en el futuro inmediato de las experiencias inmersivas. En un periodo de tiempo no muy lejano convergerán inteligencia artificial (IA), realidad virtual (VR), realidad aumentada (AR) y motores de visualización en tiempo real. Pero sin una historia detrás que justifique su utilización, la tecnología se convierte en un instrumento vacío. “El arte narrativo y la narración despiertan nuestras emociones, dan forma a nuestras aspiraciones como sociedad y son el pegamento que nos une en torno a nuestras creencias comunes”, sentenciaba en 2018 George Lucas durante la presentación de su Museo de Arte Narrativo en Los Ángeles.
Cada vez se hace más evidente que, cuanto más vinculados estamos a la tecnología, más desconectados tendemos a sentirnos como sociedad. Por eso, las historias y narrativas que podemos crear a nivel experiencial nos deberían de ayudar a buscar un cambio como individuos que se traduzca en un cambio a nivel social. De hecho, algunos autores como Joseph Pine II, hablan ya de la ‘economía de la transformación’ como aquel estadio superior al de la economía de la experiencia en la que los servicios y productos deben de ser capaces de lograr ese cambio interior en nosotros.
Bajo este prisma, el recorrido de las experiencias inmersivas es todavía largo y la responsabilidad de sus creadores, mayúscula: ya no basta con generar momentos memorables, hay suscitar en los individuos una transformación personal real que, a ser posible, fomente la empatía y conduzca a una sociedad más próspera.