Expedición a la Patagonia: un incentivo entre agua, hielo y vida
Compartir noticia
Escuchar
Primer contacto con los glaciales. La aventura empieza con un amanecer de lujo: café para madrugadores en la cubierta del barco y pistoletazo de salida del viaje. Tras desembarcar en zodiacs para navegar por la Bahía Almirantazgo, el grupo realizó una excursión hacia un glaciar del Valle, caminando entre morrenas, bosque y bordeando un río de origen glaciar, donde les esperaba la primera aventura: avistar elefantes marinos y apreciar glaciares que descienden de la montaña (fiordo de particular belleza, en el corazón de la Tierra del Fuego).
El viaje arranca. Actividad delicada el segundo día: el grupo se adentró en la Bahía Guerrero para ver el Glaciar Brookes, una aventura en grupo ya que el glaciar presenta frecuentes desprendimientos dando origen en ocasiones a mini tsunamis. El viaje finalizó en la playa de arena negra, salpicada por bloques erráticos de hielo, y la visita a la Bahía Ainsworth (creada por el retiro del Glaciar Marinelli), un ejemplo de la geografía glacial y una inmersión en la naturaleza local. Se realizó una excursión por la orilla de un arroyo, turbera y hábitat de castores, hacia una roca cubierta por una cascada escondida en la profundidad de un primitivo bosque sub-antártico.
¿Próxima jornada? Visita a los glaciares Cóndor y Águila. En estos dos glaciales salvajes en plena naturaleza, pudieron disfrutar del paisaje y se prepararon para una nueva aventura: excursión en zodiacs para contemplar un espectacular pasillo rocoso que conduce al glaciar Cóndor. Después, vino la visita al Glaciar Águila, a través de un paseo por la playa bordeando una laguna rodeada de montañas hasta llegar al frente del glaciar.
Mundo animal. Los animales y especies locales son un atractivo para incentivos. Los aventureros pudieron visitar Isla Marta, una reserva natural protegida, donde habita una colonia de lobos marinos sudamericanos y aves, sobre todo cormoranes.
Visita urbanita: Santiago de Chile. No podía falta la visita a la capital del país. A pesar de su compleja ubicación en una cuenca al pie de los Andes, rodeada de cordilleras montañosas, realizaron una visita panorámica en un autocar privado por los puntos más importantes de la ciudad: desde el núcleo colonial hasta el histórico Palacio de la Moneda y la Plaza de Armas.
Último día de la aventura. En autobuses, visitaron el mirador más alto de América Latina, el Sky Costanera, lo que permitió disfrutar de la vista más impresionante de Santiago, después vino el barrio de Bellavista, terminando la visita en el pueblo de los Dominicos para comprar productos artesanos. ¿Comer en un sitio típico? Se eligió el famoso restaurante ‘El Mestizo’ de gastronomía local. Y para poner el broche final… no podía faltar la cena de gala en el mítico Club de la Unión, fundado en 1864, lugar de reunión de generaciones de destacados hombres de negocio, industriales, profesionales y políticos del país.