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General · Bilbao

Bilbao Triatlón, los eventos recuperan la calle

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Tras meses de reconsiderar la suspensión de esta popular prueba deportiva debido a la pandemia, tanto el Ayuntamiento de Bilbao como la Lehendakaritza, el gobierno vasco, decidieron a solo tres semanas de la fecha prevista, permitir al organizador, Innevento, seguir con el evento. Tres semanas de infarto que han merecido la pena por ver de nuevo el color de los maillots, el desfile de bicicletas y el tránsito de corredores por el paseo de Uribitarte. Un espectáculo que contó con 500 participantes y que ha sido, además, Campeonato de España de media distancia. Te contamos los retos para organizar un evento de estas características en la nueva normalidad.

A contra reloj: tres semanas de infarto

“Que ganas tenía de volver a tener esta sensación de subidón”, cuenta Alberto Larrucea, tras el éxito del Triatlón a pesar de la fuerte lluvia. “Fue estupendo ver ahí a los concejales, a los técnicos, porque era un reto, no solo para nosotros, también para la ciudad porque era el primer evento que se hacía tras estos meses de pandemia. No podíamos fallar, teníamos que demostrar que con profesionalidad se pueden hacer eventos seguros”.

La fecha prevista, el 17 de septiembre, ante los datos de contagio de agosto, no se confirmó hasta el 2 de septiembre por parte del Gobierno vasco ya que, al estar en una alerta sanitaria, no era el Ayuntamiento, era la Comunidad la que tenía la última palabra. Para conseguirlo tuvieron que hacer un protocolo covid, para demostrar que el evento iba a ser seguro. Tuvieron que trabajar con todas las instancias administrativas, como la Ertzaintza, para obtener los permisos de carreteras y vías, el departamento de Sanidad, etc. Y todo en tan solo tres semanas.

Solidaridad y compromiso de las instituciones

“Este evento no se habría podido realizar sin el apoyo institucional y la valentía a la hora de tomar decisiones. El Ayuntamiento y la Diputación fueron claves. Quiero destacar que todos los organismos y personas detrás de ellos, después de la gran decisión que tomó la alcaldía, todos los despachos públicos: protección civil, circulación, información, etc., se volcaron para hacer posible el evento. Así como en otras ocasiones era habitual que te pusieran pegas, he percibido que en esta ocasión ha habido una gran voluntad de demostrar que los eventos se pueden realizar en la ciudad. Nunca nos habíamos encontrado con tan buena disposición por parte de todos los departamentos y por las personas al frente de los mismos, que han hecho posible que todos los procesos burocráticos que son farragosos, en este caso hayan sido más sencillos. Se notaba que también había esa necesidad de colaboración. Porque lo fácil habría sido, ‘no lo hacemos’, porque los datos en Euskadi estaban siendo muy malos en agosto, pero se hizo, tanto a nivel de decisión como de estrategia de ciudad”, explica Alberto.

Otro factor de resistencia fue seguir adelante a pesar de que se cayeron los patrocinadores. Innevento optó por mantenerlos como colaboradores, como por ejemplo a El Corte Inglés, habitual de la prueba, al que le dieron más espacio de lo que les hubiera correspondido por una voluntad de quid pro quo y de recuperar la colaboración en un futuro.  

Seguridad sanitaria: el factor X de los eventos de hoy

La principal medida de seguridad que se tomó fue crear una sede segura. Crearon un espacio burbuja en el village en el Museo Marítimo, cerrando todas las entradas para que hubiera una sola entrada segura. Los participantes, proveedores, staff y personal acreditado previamente entraban por un único punto manteniendo las distancias de seguridad, con control de temperatura, un informe de su estado médico de salud, etc. Este fue uno de los aspectos que más evidenció la nueva realidad, ya que impidió que el público accediera a la zona de meta para evitar concentraciones por lo que los visitantes y ciudadanos tuvieron que seguir la competición a lo largo de la ría, perdiendo de esta forma la imagen más icónica de este tipo de pruebas: el público recibiendo a los ganadores.

Pero hubo otras imágenes para el recuerdo: la zambullida a la ría se programó como una contra reloj para que los deportistas mantuvieran la distancia de seguridad, por lo que se iban lanzando de forma cronometrada cada tres minutos. “Fue una imagen que me impactó. 500 personas con sus maillots negros y sus gorros verdes, alineadas en una fila a lo largo de la periferia de los diques, una línea de aproximadamente un kilometro formando como una serpiente ondulante conforme se iban tirando al agua, fue realmente impresionante, una imagen tremendamente estética”.

Otro elemento para preservar la seguridad del público fue la figura de los controles disuasorios, voluntarios que se repartían entre los espectadores para informales sobre las medidas de seguridad y evitar concentraciones.

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