BASF utiliza la gamificación para presentar nuevos productos en la Lonja de Tarragona
Compartir noticia
Escuchar
Cada dos años BASF organiza unas jornadas para la prensa en las que les presentar una campaña especial: una inversión en una nueva planta de productos químicos. Había que contarlo de manera que se entendiera sin hablar de términos que tienen connotaciones negativas. ¿Cómo lo hicieron? Creando una experiencia para que los periodistas entendieran la importancia de estos productos comprobando las consecuencias directas en el futuro de nuestra alimentación y supervivencia. El mensaje era la importancia de los fungicidas y avances químicos en el cuidado de la producción alimentaria, ya que las previsiones auguran que, en un futuro próximo, la súper población puede ser la causa de la escasez de alimentos frescos (cereales, hortalizas, frutas…) también dada por la escasez de suelo para cultivar.
En el hall de la Lonja de Pescadores, Everama construyó los diferentes supermercados y la cocina. Y arriba, donde se hace la subasta del pescado, se montó la cena en un espacio que daba la sensación de estar al aire libre, con árboles, que diera la sensación de fresco. A la llegada, los periodistas recibieron un kit con todo lo necesario y un mandil con el color del equipo al que iban a pertenecer. Una vez equipados, pasaron a una sala donde vieron un vídeo explicativo antes de comenzar el juego. Cada grupo tenía que comprar los ingredientes necesarios para hacer una receta que más tarde sería su cena. Les dieron dos recetas a cada grupo para que eligieran una y comprar, según su presupuesto (50€), los alimentos del supermercado que les correspondiera. El primer supermercado era del año 2017 y tenía lo que actualmente te puedes encontrar en cualquier mercado o tienda pequeña; el otro era el supermercado que podría existir en 2030, con un concepto más futurista en el que había menos producto fresco (y más caro) y muchas latas y congelados, comida preparada; por último, el supermercado del 2050, lleno de botes con cápsulas que equivalen a alimentos, cajas de comida etiquetada con insectos (sustituyen a la carne) y donde la fruta y las verduras eran como las joyas, productos de lujo que escasean y son carísimos. El primer equipo solo tenía que elegir y comprar los ingredientes sin demasiado problema, ya que el súper tenía productos frescos de temporada. El segundo equipo tuvo que mirar más el presupuesto, los productos frescos escaseaban y lo que había no llegaba para dar de comer a todos los invitados. Ahí ya se comenzaba a ver mucha lata de conserva, mucho congelado… El tercer grupo lo tuvo más duro aún, su supermercado estaba repleto de cajas de vitaminas, pastillas que suplían un menú entero, frasquitos de líquido que se expandía, platos preparados a partir de insectos y larvas (comida del futuro) y productos frescos que costaban una fortuna.
Cuando todos terminaron de comprar, se dirigieron a la cocina y le dieron sus ingredientes a los chefs para que prepararan la cena. Los cocineros explicaron de forma didáctica qué problemas se encontraban al intentar realizar las recetas con los ingredientes que les habían traído (poco producto fresco, demasiadas conservas, congelados, píldoras…) y mantuvieron una conversación proactiva con los periodistas que realizaron preguntas sobre el tema. A la hora de la cena, el espacio de la Lonja se convirtió en una zona campera, con árboles frutales, luces de verbena, una escenificación en mesa de una huerta y un ambiente relajado dónde seguir abordando el tema de forma distendida.