Accidente en el Medusa: la seguridad en eventos, de nuevo tema de portada
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Es temprano para decir exactamente las causas y los aprendizajes que podemos sacar de este accidente. La investigación tiene que aclarar lo que pasó y si algo se hizo de forma incorrecta, pero de momento, tanto la organización como las autoridades locales destacan que se han seguido todos los protocolos de seguridad y se tenían todos los permisos al día. El alcalde de Cullera por ejemplo aseguró que el Medusa contaba con “todos los permisos y garantías jurídicas y administrativas”.
¿Se hizo algo mal? A menudo los problemas de seguridad corresponden a un incumplimiento de una norma de seguridad… pero está claro que las condiciones meteorológicas eran excepcionales, con rachas fuertes de viento. De hecho, la Agencia Española de Meteorología (AEMET) ha comunicado por Twitter que se han producido reventones cálidos con rachas muy fuertes de viento y bruscas subidas de temperatura. Queda por ver si hubo incumplimiento o simplemente condiciones meteorológicas que han hecho que los protocolos oficiales sean insuficientes. Ana Alonso (Prevent Events) comenta que “la normativa a menudo no da criterios muy claros sobre qué hacer, y deja las decisiones a libre juicio de los técnicos. La cooperación público-privada es la clave (bomberos, policía, protección civil, además de las empresas especializadas en seguridad) pero también, la administración tendría que definir una normativa unificada que no deje a libre criterio de cada responsable local o cada organizador las decisiones clave”.
En todo caso, es un drama humano terrible. También es un golpe para todo el sector. Ahora, mirando al futuro, tenemos que siempre considerar estas noticias como un toque de atención: estas cosas pasan a veces. Por ejemplo hace unos meses, hubo seis heridos en el montaje del festival Son de Camino; en 2018 el Festival O’Marisquiño sufrió un accidente al reventar la estructura de hormigón en la que se apoyaba una plataforma de madera del puerto de Vigo. Son pocos los accidentes, pero existen y nunca podemos considerarlos como un imponderable. Tenemos que cuidar la seguridad más que nunca. Varios factores entran en juego: primero los fenómenos meteorológicos se vuelven más extremos con el cambio climático (queda por ver si tenemos que prepararnos para un mayor nivel de riesgo, de hecho). Segundo, estamos viviendo una recuperación frenética que pone a prueba los recursos humanos, con ciertos profesionales agotados tras meses de trabajo en los que se está “recuperando el tiempo perdido”. De hecho varias empresas de seguridad alertaban de los crecientes riesgos que veían en eventos.
Pero no caigamos en la demonización. Globalmente no podemos considerar los eventos como una actividad en la que el riesgo sea alto o se gestione mal de forma frecuente. Los accidentes son muy excepcionales; los organizadores (de la mano de las imprescindibles empresas especializadas en seguridad de eventos) definen y gestionan sus protocolos de seguridad. Pero tenemos que cuidar este tema con más perfeccionismo que nunca.