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Absolut Manifesto, un festival para manifestar un compromiso de marca
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Por Paula Rey
“La gente ya no compra lo que haces, la gente compra el por qué lo haces”. Lo decía ya Simon Sinek, un visionario, en 2009, y parece aplicable a día de hoy más que nunca. Vivimos en la era del propósito donde las empresas y las marcas ya no se diferencian tanto por sus productos o servicios sino por sus manifiestos. Los consumidores son cada vez más críticos y exigen compromiso y valores que traspasen el papel y se materialicen… ¡y qué mejor que un evento para ello! Siguiendo esta idea, Absolut repite por tercer año consecutivo su festival Absolut Manifesto (el nombre habla por sí solo…) buscando precisamente representar y transmitir in situ con toda la organización del evento y la experiencia de los asistentes los valores que asegura defender: un mundo mejor, más abierto y en constante progreso. ¿Cómo lo hacen? ¡Te lo contamos!
Apuesta por la festivalización
El pabellón satélite de la Casa de Campo de Madrid fue el espacio elegido para dar a carta blanca a artistas plásticos y colectivos musicales en este festival urbano que aúna en dos noches música electrónica y arte. Una clara apuesta de la marca por la festivalización con festival propio que repite por tercer año, complementado además con presencia en otros como el Sónar o el BBK Live donde se desarrolla la misma acción Manifesto. Desde Absolut nos aseguran que eligen este formato de evento porque “encaja perfectamente con el target objetivo, permite acercarnos y comunicarnos de tú a tú y ofrecer una experiencia completa que coincide con la marca”.
Apuesta por la interconexión
El claim ´we are from internet´ responde a la pretensión de la marca de “posicionarnos a favor de un mundo en el que la importancia son las personas y no su origen”. Por eso la metáfora con internet como una red mundial interconectada. Aseguran extender esta idea a todo el concepto creativo y a un programa conformado por artistas y DJs muy diversos que incluso desde distintos puntos geográficos, gracias a una instalación colaborativa, pudieron realizar performances simultáneamente. Precisamente es la estrategia de fondo de la marca: romper barreras y manifestar un compromiso de diálogo social. Así, la tecnología colaborativa y las pulseras NFC provistas a los asistentes para acreditación y pagos llevaban a la práctica esta ruptura de obstáculos.
Apuesta por la sostenibilidad
Una novedad destacable de esta edición (como no podía ser de otra forma) es una mayor apuesta por la sostenibilidad como factor clave en todas las decisiones de producción y gestión del evento. ¿Cómo nos cuentan que lo han hecho? “Minimizando el impacto ambiental, el reciclaje de materiales, apostando por el ahorro energético, ofreciendo menús sostenibles con ingredientes de km 0 o empleando vasos reutilizables”. Asimismo nos confirman auditarlo con una empresa externa para medir el progreso ascendente edición a edición. Este año también consideran el festival más personalizado y customer centric, pues el evento se alargó una hora más y se ofrecieron autocares gratuitos para volver al centro de Madrid.
El resultado: sold out y posicionamiento social
Desde la primera edición ha sido un evento de pago y parece no ser un hándicap. “El público está acostumbrado a pagar por este tipo de opciones de ocio, somos conscientes de que la experiencia que ofrecemos se valora en mucho más”. Sin duda, el éxito de un festival reside en su capacidad de infundir emoción y generar un sentido de pertenencia y vinculación entre los asistentes. Eso sí, a través de un planteamiento estratégico coherente que parte de una empresa que ha empezado por plantearse preguntas y que ha investigado profundamente cuáles son los intereses y necesidades de los asistentes. Y entonces… ¿cuál es el resultado de este manifiesto? Sold out previo al evento y una acogida e impacto mediático que consideran que va in crescendo edición tras edición y que les sitúa como marca comprometida con el progreso social.
