4 ejemplos de cómo festivalizar un evento
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Pop-ups, intervenciones artísticas (junto con marcas) y mucho diseño en el Madrid Design Festival. Un evento que quiere reivindicar el poder transformador del diseño en la sociedad en todas sus disciplinas: desde la arquitectura, hasta el diseño gráfico pasando por la comunicación o el interiorismo. Acercar el diseño a la calle para hacer la ciudad una fiesta del diseño es el objetivo de este evento que no duda en recurrir a la artillería pesada para acertar: pop-ups, formato festival y muchas acciones de marcas. Como IKEA, que lanzó meses antes un concurso a estudiantes y estudios creativos para elegir el proyecto que diseñaría el espacio de la marca en La Casa Encendida durante el festival. Un espacio ubicado en el patio central y que albergaría los talleres y conferencias que la marca ofrece durante el evento. Empleando productos de IKEA se debía reflejar la temática de los encuentros: ‘La Revolución de los espacios’ de manera disruptiva y visualmente impactante. La propuesta ganadora convirtió el patio de la Casa Encendida en una gran cama: el auditorio para las sesiones se formó a base de cabeceros, almohadas, edredones, lámparas de mesilla de noche y otros complementos de cama para que los asistentes se metieran entre las sábanas y pudieran seguir los talleres sintiéndose como en casa. Sin duda una puesta en escena rompedora y con una integración total de la marca y el producto.
De desfile a festival de moda. El desfile de moda clásico sobre una pasarela va a más, se llena de contenido y sirve de plataforma para que las marcas desarrollen sus activaciones e interactúen con su público. La Gran Canaria Fashion & Friends organizada por la agencia two sigue la tendencia y durante tres días convirtió el Edificio Miller de Las Palmas en punto de encuentro de tendencias y escaparate de ideas, diseñadores y emprendedores del sector de la moda canaria.
El evento se articula en torno a una programación de desfiles que visten la agenda de feria. Una variedad que se plasma en el diseño del venue, en el que se mezclan distintos ambientes, como una galería de arte o una zona de maquillaje y peluquería. Además de una carpa exterior para los desfiles, el evento cuenta con una zona de picnic al aire libre, exterior del edificio que albergaba en su terraza de barras de coctelería, un corner de café, foodtrucks y restaurantes pop-up, además de estar amenizada con actuaciones en directo y DJs.
Un festival para cerrar un viaje de incentivo. Lo vimos en un evento motivacional que ganó el SITE Award 2018 al mejor viaje de incentivo en Europa. Cada cinco años, una empresa del sector metal, organiza para empleados y socios, en total 990 personas, un incentivo para aumentar su lealtad hacia la compañía -en un sector con mucha rotación hay que buscar nuevas formas de fidelizar- y en esta ocasión eligieron Atenas como destino y la agencia holandesa The Party-& Eventarchitect se encargó de crear un programa que generara emoción durante los cuatro días previos al gran evento: un festival especialmente para el grupo en una antigua fábrica de aceite de oliva. Los invitados entraron en un universo mitológico con espectáculos de fuego, acróbatas circenses, representaciones de mimos, estatuas vivientes, música griega auténtica… más de 70 artistas locales y más de 20 actuaciones de diversos tipos. El estilo festivalero también se llevó a la gastronomía colocando varios foodtrucks con diferentes tipos de comida y, a lo largo del recinto se podían encontrar actuaciones y juegos para que los huéspedes de todas las edades pudieran disfrutar: actividades de coctelería, experiencias de realidad virtual… y para terminar, un video mapping sobre las columnas griegas que rodeaban el teatro central. Un festival en el que los asistentes pudieron elegir las actividades, la música, la comida… según sus gustos.
Mahou Urban Food Festival. La marca decidió despedir el verano pasado con un festival propio de ambiente urbano durante tres días en el Museo del Ferrocarril. Las 8.700 personas que pasaron por el evento no solo disfrutaron de una programación que recogía una propuesta de artistas de la escena urbana en su escenario principal y sesiones de djs, sino que la gastronomía fue uno de los puntos fuertes del evento. Con puestos de comida callejera en los que poder maridar la Mahou, los asistentes pudieron degustar desde hamburguesas, wraps de pollo, woks, tacos, baos de carne, hot dogs hasta disfrutar de una tapa marinera a base de ostras. Cada tapa se maridaba con un tipo diferente de Mahou para realzar el sabor del plato y, para no quedarse con ganas de probar todos, durante el festival, un Comando Mahou animaba a participar y conseguir puntos canjeables en consumiciones participando en catas a ciegas, reciclando envases o retándose en el Mahou Challenge y demostrar que lo saben todo de cultura cervecera.
Por si el tándem música y tapas con cerves fuera poco, la experiencia gastrofestivalera se completaba con talleres y actividades como un taller de nail art para customizar uñas con motivos gastrocerveceros, poner a punto la barba en la beerbería, un taller de fotografía para sacar las mejores instantáneas de comida en Instagram, un showcooking de recetas con cerveza o aprender a customizar gorras y camisetas con parches, tachuelas y chapas de Mahou.