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Eric Mottard
¿Cuánto pesa nuestra industria?   Los organizadores se mantienen optimistas para el 2025 pero piden más flexibilidad El mercado de incentivos mira al 2025 con optimismo, sin euforia
Es un shock: en un sector cuya misión básica es crear engagement, emocionar, comunicar con impacto, apasionar, crear comunidad gracias a experiencias potentes, una investigación reciente de la Liga Española contra la Somnolencia Profunda en Eventos (LESPE) ha destapado miles de casos de eventos que han sometido a sus asistentes a un aburrimiento inhumano durante años. Sesiones largas, un “what’s in it for me” inexistente, calambres en los dedos del pie, dolores de espalda, somnolencia incómoda, interrogaciones sobre el sentido de la vida, voluntad de abrir una casa de campo en Extremadura, ideas suicidas… El daño colectivo es considerable. Por suerte, en su gran sabiduría, Dios ha encontrado vías de escape para sacar de este purgatorio a los asistentes. Dos para ser precisos. He aquí un artículo de humor tonto (… que escribir todo el día sobre congresos virtuales y nuevas soluciones de purificación de aire cansa un poco) pero con un fondo de mensaje serio. Por Eric Mottard

La primera solución: el móvil (para eventos presenciales). No solía ser posible escapar de un evento tostón, por los guardias de seguridad colocados en la salida del local. De hecho, piensas que están para que nadie peligroso entre al evento, pues no: es para que nadie somnoliento intente escapar corriendo hacia el bar de al lado para pedir un triple espresso. Incluso he visto congresos médicos donde los seguratas tenían tasers y perros de guardia (“¡De aquí nadie sale, que hay un sponsor!”, se escuchaba)… Entonces, ¿qué hacías cuando estabas preso en un evento? No podías escapar físicamente pero podías hacerlo en tu cabeza: contar hasta 10.000, intentar recordar los 50 estados de EEUU, recordar chistes y apuntarlos en una libreta (ya sabes, cuando buscas uno al final de una comida de amigos, te quedas seco…), pensar en vacaciones posibles., etc. También era el momento en el cual hacíamos todo lo que prohibimos a nuestros hijos cuando van al cole: escribir en su libreta un comentario divertido sobre el ponente o sobre el chico/la chica guapa de la tercera fila. En estos momentos de supervivencia, todos nos volvíamos chavales. Pero no dejaba de ser un momento de gran sufrimiento humano.

Por suerte, Dios ha inventado el teléfono móvil, una manera de escapar en cualquier minuto, de comprobar en directo cuáles son los 50 estados de EEUU, de actualizar tu “to do list”, de gestionar tus mails, de reenviar un meme a tus amigos del fútbol. Una herramienta que ha salvado a millones de asistentes en eventos aburridos… además de mejorar significativamente el conocimiento geográfico estadounidense de los delegados comerciales. Esto da lugar a un nuevo indicador de calidad del evento: el número de personas que están mirando su móvil, quizás el indicador más perfecto de la historia de los eventos. Un dato matemático fácil de calcular y seguir, y de comparar de un evento a otro. Un 10-20% se considera siempre aceptable. Pero si tu evento llega al 50%, te sentenciaremos a escuchar un discurso de Hugo Chaves de principio a final. Grandes males, grandes remedios.

La segunda: el evento virtual. Dios vio que la protección del móvil no era suficiente, y que siempre te podía ver el director de la empresa, haciendo de la escapatoria por el móvil una experiencia generadora de estrés. Así que nos envió una pandemia global que ha hecho que muchos eventos pasaran a formato online. Con esto no se ha solucionado el problema del evento tostón (de hecho todo lo contrario: lo que era aburrido en presencial es insoportable en virtual). Pero por lo menos, se trata de un formato sin guardia de seguridad entre el asistente y su cafetera. En cualquier minuto, el asistente puede mirar un vídeo de gatitos en YouTube, gestionar sus emails, hacerse un café, o (más divertido) enviar whatsapps a otros asistentes sobre lo ridículo que es la corbata del jefe de ventas o el casoplón que tiene este cabrón de consejero delegado desde el cual pide que toda la empresa haga un esfuerzo extraordinario este año.

El ser humano ha sabido aprovechar este formato, la mejor adaptación siendo sin duda el “no me funciona la cámara hoy, lo siento”, excusa perfecta para poder echar una siesta o hacerse un capuccino en el cual tienes el tiempo de dibujar la Sagrada Familia con espuma. Habrán nacido unos cuantos baristas durante la pandemia…

Esto es humor obviamente, y se hacen mil eventos de alto nivel de engagement, ritmo, experiencia en un país de eventos excelentes como el nuestro. Pero hay un mensaje de fondo. La capacidad de atención del asistente en webinars es bajísima, así que cuidemos el tono, el ritmo, el humor, las oportunidades de interactividad. Y, sobre todo, en este momento en el cual recuperamos la comunicación presencial, la experiencia tiene que ser impecable. “Engaging”, con ritmo, y con valor añadido para el asistente. La vuelta a los eventos tiene que recordar a los asistentes que vale la pena salir de casa, que se viven momentos apasionantes. Será sin duda un legado de esta crisis: una visión darwiniana de los eventos. Si no creas engagement, la gente se quedará en casa, el cliente no hará el evento.  Así que tendremos mejores eventos mañana.

¿Grupo eventoplus? No somos inocentes, os hemos visto sacar el móvil en eventos nuestros y tenemos que mejorar, siempre. Que quien no ha pecado nunca tire el primer puntero láser…  Lo intentamos, haciendo webinars desenfadados, cuidando el ritmo de los eventos, poniendo humor. Si os aburrimos, decídnoslo con cariño por favor: el organizador siempre piensa que su libro es interesante, aunque se aburra cuando va a eventos de otros que venden su libro. Es nuestra misión colectiva ahora: que sea realmente maravilloso volver a los eventos.

 

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