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Una mirada al 2020: qué hemos hecho, no hecho, y aprendido

Una mirada al 2020: qué hemos hecho, no hecho, y aprendido

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Eric Mottard
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El ser humano aprende de la experiencia… por lo menos si se toma el tiempo de integrar esta experiencia y analizarla. Así que ante lo que habrá sido probablemente la peor crisis de nuestras vidas profesionales, y en este momento simbólico de cambio de año, es hora de preguntarnos: ¿qué hemos vivido, qué hemos aprendido… y qué tenemos que hacer todavía? Muchas cosas positivas han salido, unas negativas a trabajar, pero la más importante está en el último punto de este artículo: hemos redefinido nuestro rol, de especialistas en eventos a especialistas en los momentos de comunicación más estratégica. Por Eric Mottard

“VUCA” no es una tontería

Son cuatro letras que utilizábamos para decirnos que tenemos que ser algo más flexibles en un mundo en cambio permanente. Pues ¡toma ya! Olvidemos el de cambio, más bien hemos vivido un terremoto, se hundió nuestro mundo en una semana, y no ha vuelto realmente. Un cisne negro total, un evento devastador e impredecible. Cualquiera ahora tiene que añadir algo en sus planes de contingencia: el caso posible del desplome total. Con implicaciones a nivel de prudencia financiera (reservas) y de estructuras de costes fijos. Cabe esperar que la tendencia a trabajar con estructuras limitadas y externalizar o flexibilizar todo lo posible, solo se acelere. No olvides lo que dijo Andy Grove de Intel: “Solo los paranoicos sobreviven”.

Por suerte

Pues sí, hemos tenido suerte: esta crisis ha llegado después de dos buenos años, y de un excelente inicio del 2020, con las empresas generalmente saneadas. Dentro de la desgracia, esto ha sido una bendición. Con lo cual ya sabes, Dios aprieta, pero…

La supervivencia, gracias a la increíble flexibilidad de las empresas de este sector

Diez meses después del inicio de esta crisis, pocas empresas han muerto, o por lo menos no tantas como hubiéramos temido dada la severidad de la crisis. La flexibilidad de las empresas de este sector, generalmente pequeñas, la ayuda de los ERTEs, algo de ingresos por los eventos virtuales, y diversificaciones (eventos deportivos, rodajes, actividades culturales, etc.) que se hicieron con mucha rapidez, han ayudado a que contra cualquier pronóstico que hubiéramos hecho hace 10 meses, la enorme mayoría de las empresas sigan aquí. Sin ayudas específicas, con ingenio y flexibilidad. Un logro considerable, que quizás no tiene que sorprender: los profesionales de eventos son expertos en gestionar imprevistos, adaptarse, buscar este famoso plan B. Resultado: el sector quizás más afectado entre todos, sigue en muchos casos activo.

El evento virtual, al rescate

Sí, por mucho que sea una solución parcial, por mucho hartazgo que tengamos todos con ellos, por poco rentables que sean, el héroe indudable de esta salvación son los eventos virtuales que han aportado algo de oxígeno a las agencias y proveedores. Lo he comentado muchas veces: no son una alternativa completa (motivación de grupo, atención del público, impacto sensorial, atención personal, networking informal… se quedan muy descafeinadas en virtual) pero olvidemos los límites de estos formatos: las acciones online han sido una salvación financiera, pero también han mantenido cierta conexión entre los equipos, han mantenido una comunicación más rica que el envío de mails o de vídeos. Tanto a nivel de vida de las empresas como de situación financiera de nuestro sector, menos mal que hemos tenido esta alternativa. Quiero ver evento de verdad, pero si no se hacen, lo virtual es un plan B que no podemos despreciar.

Locura asociativa

Si hay una industria que se ha portado bien en la pandemia, ha sido la asociativa en MICE: las existentes se han unido más que nunca en el Foro MICE, pero también han nacido o crecido varias. La de stands (On-Go!), la de agencias de incentivos I’m+, la de espacios para eventos (ADEPE), la federación de asociaciones de audiovisuales (FIAVE), la de empresas de catering (nacida poco antes de la pandemia pero más activa que nunca), además de una colaboración cada vez más estrecha en sectores como el teambuilding. Solo nos podemos alegrar de que existan estos foros de promoción de buenas prácticas, de reivindicación, de formación.

La importancia y el apoyo de los convention bureaus

Muchos convention bureaus han tomado un papel de animación de sus asociados, de formación, de definición de sellos de seguridad sanitaria, y de promoción de los destinos. En un momento como el actual, una entidad que ayuda a cohesionar y apoyar a los proveedores locales, tiene mucho sentido, y muchos convention bureaus han estado presentes. Como nos damos cuenta de la importancia del Estado en momentos de crisis, la madre de los proveedores locales que es el convention bureau ha sido un apoyo importante.

El reconocimiento (y el apoyo) que nos faltan

Hemos mejorado un poco en la búsqueda de reconocimiento (viejo asunto pendiente), con el Foro MICE estableciendo comunicación con el Gobierno. Construir un lobbying tarda mucho tiempo y tenemos que seguir e intensificar en esto. Siendo realistas, no hemos conseguido una atención especial, un apoyo financiero o legal, un reconocimiento en ninguna ley o norma (salvo la norma en la cual la Generalitat de Catalunya autoriza eventos culturales ¡pero prohíbe el MICE!). Seguimos sin existir realmente, esto es un asunto pendiente para los próximos años. Compartimos esta dificultad con varios otros países… pero gobiernos de Francia y del Reino Unido han expresado su convicción de la importancia de los eventos. Este tipo de reconocimiento parece todavía lejos aquí, tenemos que seguir.

La dificultad de convencer de nuestra responsabilidad, a pesar de sea innegable

En estos 10 meses, no ha habido ningún caso de contagio identificado en un evento profesional. Casi todas las empresas, espacios, caterings, etc. de este sector han definido protocolos; los organizadores han demostrado ser responsables, los asistentes a une evento profesional también. Esto ha sido un ejercicio de responsabilidad impresionante, y un éxito total. Somos seguros. Pero a pesar de esto, no podemos decir que nuestro mensaje de responsabilidad y seguridad sanitaria haya calado entre los decisores. Es cierto que estamos en un contexto muy sensible y que las empresas son más que prudentes por naturaleza… pero aquí también nos queda trabajo.

La digitalización que nos faltaba

“Nunca desperdicies una buena crisis”, se dice a veces. Esta nos habrá hecho actualizarnos a pasos agigantados sobre la integración de lo digital a los eventos. No hablo solo de saber manejar Zoom, sino de tener más cultura de captación de datos, dar más importancia al pre- y post- con soluciones de activación digital, tener mejores herramientas de colaboración a distancia y teletrabajo. Hemos aprendido, y seremos más relevantes.

Lo más importante: nuestra relevancia más allá del evento físico

Este punto es tan importante que le daremos un artículo específico. Mira aquí.

Son algunos aprendizajes. Tenemos muchos motivos de estar orgullosos, hemos aprendido, hemos mejorado… y aunque nos quede mucho trabajo, seremos relevantes mañana, en un nuevo papel, más allá del puro evento.

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