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Soul cuesta 150 millones… ¡y tu evento online también tiene coste!

Soul cuesta 150 millones… ¡y tu evento online también tiene coste!

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Eric Mottard
¿Cuánto pesa nuestra industria?   Los organizadores se mantienen optimistas para el 2025 pero piden más flexibilidad El mercado de incentivos mira al 2025 con optimismo, sin euforia
Entre los retos del momento, sin duda la rentabilidad del segmento que más se mueve en el contexto actual (las acciones de comunicación online, sean webinars, conferencias virtuales, etc.) está entre los principales. Y en un mercado devastado, asegurar que lo poco que se puede vender tenga sentido económico es un tema importante para todos: para agencias, para audiovisuales, e incluso para clientes, que no tienen ningún interés en organizar eventos online que destruyen su marca, que aburren a su audiencia o que transmitan mala calidad. Y como paralelismo interesante, podemos observar que una película como Soul, realizada sin actores (solo voces) ni espacio físico ni caterings ni viajes, cuesta 150 millones de dólares. Hacer cosas digitales bien no es barato. Por Eric Mottard

No nos cuesta entender que una película “real” es cara: hay platós y grabaciones en diferentes espacios, hay actores famosos y caros ocupados durante meses, hay catering y viajes, hay escenas de acción con especialistas, etc. Pero si tenemos que producir una película solo a base de códigos informáticos, ya no entendemos tanto el coste… hasta que veamos los créditos de estas películas nos demos cuenta de que cientos de personas trabajan para algo puramente informático. O que ves que el presupuesto del nuevo Pixar (Soul) es de 150 millones de dólares, un pastón incluso en el caro mundo del cine.

Podemos hacer un paralelismo con nuestro sector: un evento presencial cuesta mucho en espacios, catering, montajes audiovisuales, transporte… cosas que no hay (o hay menos) en formatos digitales. Pero el esfuerzo de guionización, de preparación, de briefing, de coordinación de algo que pasa online es mucho mayor que en un evento presencial. El trabajo que hace una agencia para concebir y coordinar, o una empresa audiovisual para producir y realizar el evento, es enorme. El evento presencial, a pesar de sus costes de estructuras y transporte, tiene una ventaja: se beneficia de una flexibilidad, una posibilidad de reaccionar in situ, que el virtual no tiene. También, aunque el evento presencial tenga que tener buen guión y ritmo, el factor distancia hace que esta gestión de la atención, del ritmo, del engagement, sea mucho más exigente en virtual, y por tanto que haga falta más personal. Así que sí, se puede hacer un zoom baratito y habrás “organizado un evento online” pero después de estos meses, parece ahora claro que un evento virtual implica muchísimas horas de mucha gente. Si quieres transmitir calidad, enganchar, tener interactividad, necesitas gente. Y la gente, pues… hay que pagarla.

Esto nos podría llevar a acelerar un cambio anunciado que nunca llega: que la remuneración de las agencias se haga sobre todo en forma de honorarios. Tenemos la mala suerte de que comisiones y rápeles hacen que una agencia pueda sobrevivir sin cobrar al cliente el coste de sus servicios. Pero si bien esto es cómodo a corto plazo (el cliente se dice que no le está costando mucho la agencia, la agencia no tiene que detallar y explicar mucho sus costes), esto es un espejismo y nos ha llevado a ser un sector sin el reconocimiento que merece. Y probablemente incluso habrá contribuido a frenar el esfuerzo en reclutamiento y formación. Si facturas a la gente cara, tienes que siempre justificar que hacen cosas complejas, que traen conocimientos nuevos. McKinsey piensa cada día cómo pueden justifican el precio altísimo de sus consultores, pero si parece que los profesionales de eventos no cuestan nada este esfuerzo es menos necesario. Cuidado: tenemos muy buenas agencias y muy buenos profesionales en este sector y país, pero sin duda haríamos todos más esfuerzos en este campo si el talento se cobrara de forma real y abierta. Y en eventos virtuales donde no hay tanta producción, transporte, etc. pero mucho trabajo complejo de los equipos humanos, este enfoque en los costes del trabajo del equipo y sus conocimientos, podría ser un resultado positivo de esta crisis.

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