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¿Qué aprendizajes nos han traído los grandes festivales en estos meses?

¿Qué aprendizajes nos han traído los grandes festivales en estos meses?

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Primero fue el aplazamiento hasta otoño, y después, en muchos casos, la cancelación. Del programa del verano y otoño se descolgaron festivales de música en todo el mundo. El impacto para este sector ha sido también brutal, pero de la reacción de los organizadores, podemos extraer algunos aprendizajes, mientras esperamos volver a sentir la emoción de la experiencia en vivo. El mundo de la cultura ha sufrido mucho pero ha sido ejemplar en la redefinición rápida de formatos y la movilización de fans para que se mantenga su actividad, aunque muy reducida.

Fidelización de su audiencia: Uno de los problemas a los que se enfrentan los organizadores es el miedo de sus asistentes a participar en eventos. Sin embargo, cuando se pospusieron muchos de estos festivales, a los productores les sorprendió gratamente la reacción de los fans: solo un pequeño porcentaje de ellos pidieron el reembolso de sus entradas a la espera de retomar el evento en vivo.

Nuevos formatos: En este sentido, los organizadores y las ciudades han sido especialmente proactivos, casi siempre dirigidos hacia un tipo de festival boutique: más pequeños, en entornos especiales y exclusivos, y con un plus de comida y bebida de calidad por la que el público está dispuesto a pagar precios más altos. Fue el caso del FES Pedralbes, con pequeños conciertos en los jardines a lo largo de dos meses, en el que los artistas tacaron en conjuntos acústicos con un PA básico y luces. O el Crüilla XXS, que durante tres semanas realizó conciertos al aire libre con aforos que no superaron las 400 personas y en diversos escenarios, como el recinto modernista del antiguo Hospital Sant Pau, los jardines del Teatro Nacional de Catalunya o el Pueblo Espanyol en Montjuïc. “Prince, por ejemplo, ofreció jam sessions en clubes pequeños, y esta experiencia en un entorno diferente donde se pierde parte de la tecnología, puede ser bastante genial. El rendimiento se vuelve más real. Los artistas de jazz son un ejemplo de eso: la verdadera experiencia del jazz es de proximidad, intimidad con el público”, nos comenta Iain Hill de Live Nation Spain.

En streaming, ¿de pago? Sí. El mundo de la música no ha perdido de vista su modelo de negocio y durante este tiempo ha ofrecido otro tipo de contenidos que han pasado a ser de pago cuando se difunden online. Un concierto de BST rompió records en una sola transmisión de su concierto con 765.000 asistentes que pagaron unos 20 millones de dólares. También se contemplan alternativas como una donación voluntaria de los espectadores, venta de material promocional y servicios premium de pago como podrían ser entrevistas exclusivas o videochats con los artistas. Recordemos que, en el futbol, por ejemplo, los derechos de transmisión ya son mayores que la venta de entradas, lo que supondría un nuevo desafío para los eventos de música en vivo.

Un evento online no tiene por qué ser predecible (ni aburrido). Muchos de los festivales aplazados tuvieron sus acciones online con bastante éxito. La guionización y la creatividad fueron claves por ejemplo en LaLigaSantander Fest o Yo me quedo en casa Festival, organizados por Komodo, Universal Music y GTS junto a los patrocinadores que reunió a artistas y deportistas y consiguió recaudar un millón de euros para la luchar contra la covid-19. O el caso de Coachella, que encandiló a sus fans con la transmisión de un documental, Coachella: 20 Years in the Desert, que incluía entrevistas a organizadores y artistas que habían participado en las ediciones anteriores.

El BBK Live dio una sorpresa a sus fans con la edición especial online Bilbao BBK Live UDA 2020: como no pudieron subir a Kobetamendi, llevaron el monte a su casa en las mismas fechas en que estaba previsto el festival original. Los escenarios se abrieron para recibir a seis artistas que se subieron a la montaña para ofrecer su directo en streaming a todo el mundo. Conciertos especialmente diseñados para esta ocasión y registrados en plena naturaleza que hicieron sentir a sus fans casi como si estuvieran en Basoa escuchando una sesión al atardecer, conquistando la cima del monte Arraiz junto a los animales que lo habitan todo el año, o amaneciendo con las vistas de la ciudad y los sonidos a baja revolución de Lasai. Para completar la experiencia, pusieron a la venta las pulseras, no una, sino siete, para compartir con los amigos y mantener el espíritu hasta la edición de 2021. El dinero se destinó a un fondo para la crew de Bilbao BBK Live: runners, hospitality, técnicos, transportes, producción, stage managers, etc., así como al Banco de Alimentos de Bizcaia.

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