¿Por qué los viajes incentivan tanto? Unos recordatorios
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Como explicó Rafa, respecto a otras formas de compensación más o menos tradicionales, como la remuneración en regalos o en efectivo, los viajes de incentivo aportan una serie de elementos únicos y diferenciadores:
1. Lo imperecedero del recuerdo: El recuerdo se fija en nuestra memoria cuando sabemos que en muchos casos los ganadores ni se acuerdan de cómo gastaron un premio en efectivo y por tanto se pierde el recuerdo – vaya desperdicio…
2. La no obsolescencia del viaje, que ni se hace viejo, ni es sustituido por una versión tecnológicamente más avanzada (ah que es cutre tu iPad 1 que te regalaron hace unos años…).
3. La interrelación creada entre los distintos «actores» del viaje: la empresa y los participantes en un contexto imbatible de orgullo, satisfacción, reconocimiento, experiencias únicas. Una forma de crear relaciones absolutamente únicas… con los mejores elementos del equipo de ventas, ¡que hay que conocer y cuidar!
4. La exclusividad: los participantes tienen la oportunidad de disfrutar de servicios, espacios y experiencias, que a título individual resultaría casi imposible (de hecho es un problema del efectivo: no les ofreces nada único).
5. El reconocimiento público: El viaje de incentivo hace patente quienes han sido los ganadores, algo que fortalece más aún la motivación (y las ganas de los no ganadores de esforzarse el año siguiente). Además, las redes sociales multiplican la difusión de este orgullo, de este premio y le dan por tanto más valor aún.
6. La individualidad de la experiencia, algo que la gente vive en carne propia siguiendo (idealmente). Se puede igualmente personalizar la experiencia.
7. Casi infinitas posibilidades de viaje. Un premio no se repite nunca, cada experiencia es única y, mejor aún, cada experiencia se puede adaptar a la empresa, el grupo, su situación, los objetivos de la empresa…
En definitiva, el viaje de incentivo aporta ventajas objetivas a la hora de motivar, espolear, retar, premiar, reconocer y por encima de todo… ilusionar. Por esto es fundamental verlos (y organizarlos) como verdaderas inversiones, como momentos que las empresas pueden utilizar para conseguir objetivos fundamentales: estimular y orientar su actividad comercial, premiar y acercarse a sus mejores elementos.