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No subestimes la fuerza de la realidad

No subestimes la fuerza de la realidad

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3 min. de lectura

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Eric Mottard
¿Eventos en el metaverso, really? ¿Por qué la gente asistirá a eventos presenciales en el futuro? ¿Qué significan ChatGPT y la inteligencia artificial para eventos?
“Odio la realidad, pero es el mejor sitio donde encontrar un buen bistec”, decía Woody Allen con su humor único. Y detrás de esta broma está una verdad como una casa: el ser humano está programado para interactuar con el mundo real. Así que por mucho que Internet haya invadido nuestras vidas y por mucho que el ser humano parezca obsesionado con concebir mundos alternativos, quizás es hora de recordar que la realidad es potente, muy potente, y que saber interactuar con los cinco sentidos de forma “real” no deja de ser la mejor manera de impactar a los asistentes. Hoy se expresan pocas dudas de que estas realidades alternativas sean el futuro, pero una lectura crítica nos permite dudar de “todas estas realidades”. Como creadores de experiencias, es algo a recordar.

Cuidado, esto puede parecer un artículo de abuelo que rechaza las múltiples innovaciones que han surgido en los últimos años. Solo es un recordatorio de algo que, en nuestras ansias de buscar la novedad, hemos olvidado: como especie nos hemos criado en las cuevas y si bien evolucionamos, esta evolución es lentísima. Y la realidad no deja de ser el sitio donde mejor interactuamos, comunicamos, vivimos. Second Life nos prometió una realidad paralela y se estrelló. ¿Qué pasó desde entonces?

La resaca del metaverso. No necesitas que te repitamos toda la historia: el metaverso ha llegado a nuestras vidas como the next big thing, consiguiendo un nivel de inversiones repentino increíble, y convenciéndonos de que el futuro de nuestras vidas transcurriría en gran parte allí. Desde entonces la resaca es terrible. Disney ha retirado sus inversiones en el metaverso, cerrando este departamento. Microsoft ha decidido retirar sus inversiones del metaverso para centrarse en IA. Meta sigue sangrando dinero tras sus inversiones en el metaverso y las ha reducido drásticamente. Pero más allá de estos casos, impresiona simplemente el poco uso que tiene esta tecnología. En una comida reciente con 10 agencias de comunicación y eventos, ninguna había organizado o asistido a algo en el metaverso este año. Poco voto de confianza…

El desarrollo lento y limitado de la RV. Pusimos por primera vez gafas de realidad virtual (las Oculus) en un evento nuestro hace ya 10 años. Y fue tan increíble que hubiéramos pensado que esto invadiría nuestras vidas y los eventos. Ha crecido un poco, pero cuesta mucho verlas en eventos más allá de una animación puntual en un stand. Nadie quiere vivir este tipo de experiencia mucho tiempo, sigue mareando, la experiencia cansa. Difícil decir que ha despegado de verdad o cambiado nuestras vidas.

El fracaso de la 3D en el cine. ¿Te acuerdas hace unos 10 años cuando el 3D era casi la norma en cine y se anunciaba como la nueva forma de disfrutar el cine? Creo que hace años que no he vivido esta experiencia, que era algo divertida y sorprendente… pero también poco natural y algo cansina. Poco triunfo aquí.

Las dudas sobre la RA. A los resistentes al metaverso, la alternativa se ha vuelto evidente: la realidad aumentada, que permite vivir el mundo real, pero “aumentado” con imágenes dinámicas o acceso a información en gafas. El New York Times destaca las dudas que tienen los  equipos de Apple (campeón de esta tecnología, que ha anunciado gafas de RA para más tarde este año) aquí. Cuando lees que estas gafas son como gafas de esquí, es fácil entender las dudas (¿tienes ganas de pasear por la ciudad con gafas de esquí? Yo pocas…).

El contraejemplo del gaming. El gran aliado de casi todas estas tecnologías es el gaming, que integra varias de estas funcionalidades y aparece el único caso de metaverso creíble. Puede ser que el gaming sea una demostración aplastante del realismo del metaverso, pero creo que tenemos que entender una característica única del gaming: el engagement que permite. La adrenalina que da el hecho de ir en coche por Los Santos matando gente es tal que no creo que podamos sacar el aprendizaje de que nuestras vidas serán de este tipo. Así que, puede ser, que gaming sea el precursor perfecto… pero también que el jugador esté encantado de vivir la adrenalina del juego y que no podamos considerar que un congresista o alguien que participe en una reunión tenga las mismas ganas, paciencia, pasión. En un juego, quieres escapar; en un paseo por una ciudad o una reunión de trabajo, quieres realismo, quieres hablar con una persona y no un avatar.

La fuerza de la realidad. Somos el resultado de milenios de evolución, sabemos bien, muy bien, movernos, interactuar, entender a los demás en el mundo real, con 5 sentidos que saben ver las expresiones faciales, el apretón de manos. Y si hago una reunión virtual, una calidad de imagen buenísima y una latencia bajísima son todo lo que pido: no un entorno imaginario. Solo para tomar un ejemplo dentro de la compleja máquina que somos, las neuronas espejo son una maravilla evolutiva… condicionada a que vivamos en el mundo real, de carne y hueso. Y como esto, otras mil razones por las que la realidad es nuestro entorno, difícil de sustituir. Así que no tiene que sorprender que desde Second Life, el balance de todas las tecnologías de realidades paralelas sea un fracaso total. Aunque cada vez que salga una, tiene el beneficio de la duda.

¿Conclusión? No digo que estas tecnologías no vayan a crecer, solo que no subestimemos nuestro adn: somos increíblemente naturales y eficaces evolucionando e interactuando en el mundo real. No lo subestimemos nunca a la hora de pensar en otras realidades.

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