La burbuja de los festivales, más cerca de explotar que nunca
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Shinding, Nozstock, Pine Fest, Chilville, Mañana Mañana o Psy-Fi son solo algunos de los más de 100 festivales de Reino Unido (unos 40 festivales) y Holanda (60 festivales aproximadamente) que han anunciado su cancelación o su última edición este año. Festivales de entre los cuáles se encuentran longevos eventos como el británico Towersey Festival, en activo desde 1965, o Beale Street Music Festival, un evento que pone punto y final a su historia tras 46 ediciones.
La preocupación se extiende a otros países que, aunque no en las mismas cantidades que los holandeses, también han visto aumentar el número de festivales cancelados, como Australia o EE.UU. En España, festivales como Cala Mijas, SeaSon Fest en Baiona (Pontevedra), la edición de Boombastic en Tarragona, el Festival de los 80 a los 90 en Galapagar (Madrid) o el Air Music Fest de Getafe tampoco han podido celebrarse este año. Parece que, después de la locura de los festivales tras la pandemia, en la que las entradas para acudir a los festivales volaban, entramos en un momento más próximo que nunca a la explosión de la burbuja en la que el sector se encuentra.
Precios de entradas altísimos y costes de producción inalcanzables
Tal y como se puede leer en el artículo de Music Festival Wizard – un medio de comunicación especializado en festivales que lleva la cuenta de los festivales cancelados internacionalmente – y corrobora la Asociación de Festivales Independientes, la mayor parte de los festivales alegan la finalización de sus eventos por motivos económicos. La venta de entradas en 2024 ha disminuido significativamente con respecto a años anteriores en la mayoría de festivales, incluso en algunos de los más grandes. Como recuerdan en The Economist, eventos como Coachella o Burning Man no han llegado a hacer sold out este año, algo que llevaba sin ocurrir desde 2010 en el caso del festival de Nevada.
En España, dentro del top 10 de los mayores festivales del país solamente Mad Cool puede presumir de haber aumentado el número de asistentes, con casi 20.000 festivaleros más que en 2023. La tendencia es que el número de asistentes se mantenga con respecto al año anterior (como es el caso de Sónar, Cruïlla, Primavera Sound o Arenal Sound), cuando en anteriores ediciones habían logrado mejorar sus cifras de asistencia. No obstante, En los eventos que se encuentran a la cola de este top 10 sí que comienza a apreciarse la tendencia a la baja: Bilbao BBK Live cerraba su última edición con 10.000 asistentes menos que en 2023, al igual que Resurrection Fest.
Esta caída en el número de asistentes se debe a los costes de las entradas, que no han hecho más que incrementar tras los años de euforia post-covid. Los aumentos fiscales han sido otro de los causantes de los altos precios actuales de las entradas. En Holanda el IVA ha aumentado del 9 al 21%, mientras que en Reino Unido la rebaja del IVA de las entradas del 20 al 5% acaba de llegar a su fin. Así que, ahora que la demanda se estabiliza cuatro años después de la crisis del coronavirus, los públicos se niegan a pagar los altos precios de los festivales.
Si a la caída en la venta de entradas le sumamos el “aumento significativo de los costes (refiriéndose a los costes operacionales necesarios para llevar a cabo el espectáculo) en una coyuntura económica muy difícil (exacerbada por el impacto económico del Brexit en el caso de Reino Unido)”, tal y como explican desde el británico Penn Festival la cancelación del festival, estos eventos son imposibles de mantener. Según El Blog Salmón, en Australia los costes de producción de los festivales han aumentado hasta un 40%, lo que ha provocado la caída de festivales como Grooving the Moo, donde cantantes como Billie Eilish han llegado a ser cabeza de cartel.
Muchos festivales o situaciones meteorológicas extremas
Aunque el factor económico es determinante para entender por qué nos encontramos tan cerca de la explosión de la burbuja en la que se hallan los festivales, existen otros que ayudan a empeorar su situación. Uno de ellos es la gran cantidad de festivales con la que contamos hoy en día. Tan solo en España se celebran anualmente más de 1.000 festivales y, año tras año, este número ha tendido a aumentar.
A esto se le suma que, a pesar de la inmensa variedad de eventos de este tipo con los que contamos, los carteles resultan repetitivos, al ser los mismos artistas los que encabezan el festival en la mayoría de ellos. Además, los grandes festivales no son de nicho ni se centran exclusivamente en un género musical, sino que tienden a ser más genéricos. “Las recomendaciones algorítmicas de plataformas de streaming como Spotify han canalizado a los aficionados hacia nichos de mercado más fragmentados que en los tiempos en que todo el mundo escuchaba las mismas listas de radio”, explica The Economist.
Y no olvidemos que, aunque los asistentes están dispuestos a disfrutar de los festivales tanto si hace 40º como si llueve a mares, en los últimos años la meteorología se ha demostrado como un peligro más al que hacer frente. En 2022 un festivalero del Medusa Beach Festival falleció tras el derrumbamiento de uno de sus escenarios por fuertes rachas de viento. Otro ejemplo es la edición de 2023 del Burning Man, en el que el desierto de Black Rock quedó completamente anegado por una fuerte tormenta, haciendo que los últimos días del evento se resumiesen en barro, falta de recursos y decenas de miles de asistentes sin posibilidad de abandonar el recinto.
Adquisición de festivales
El sector de los eventos ha sido históricamente de agencias pequeñas, ajeno a movimientos capitalistas, pero desde 2017 vivimos una fiebre de fusiones y adquisiciones que se ha convertido en una locura en los últimos dos años. Si nos fijamos en los festivales, el año pasado Mahou San Miguel adquirió el 51% de Mad Cool Events, sociedad que a partir de entonces explota los terrenos de Villaverde (Madrid) donde se celebra actualmente el Festival Mad Cool y que alberga otros eventos musicales relevantes.
Además, en medio de la crisis en la que se hallan los festivales, los fondos de inversión comienzan también a interesarse por este tipo de evento y a adquirir acciones. Es el caso del fondo inversor estadounidense KKR (Kholberg Kravis Roberts), que ha adquirido Superstruct Entertainment, promotora de más de 70 festivales en Europa y Australia. En España cuenta con una veintena de macrofestivales, entre los que se encuentran ElRow, O Son do Camiño o Sónar. Con este movimiento, crece la concentración en unas pocas manos de los grandes festivales, provocando que los más pequeños no puedan hacer frente a la competencia y se vean obligados a anunciar su fin.