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La adaptación como estilo de vida

La adaptación como estilo de vida

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Eric Mottard
¿Cuánto pesa nuestra industria?   Los organizadores se mantienen optimistas para el 2025 pero piden más flexibilidad El mercado de incentivos mira al 2025 con optimismo, sin euforia
Nos hubiéramos podido grabar a todos en marzo o abril del año pasado: “si esto dura, en octubre será un baño de sangre entre las empresas del sector eventos, con cierres a tutiplén”. Ha pasado octubre, ahora pasamos el año… y seguimos aquí, muchos. Ha habido unos cierres de empresas pero muy limitados. La enorme mayoría de las empresas se han adaptado, han flexibilizado sus estructuras, han utilizado los ERTE, por supuesto, han lanzado nuevos servicios, han aguantado. Por capacidad propia, no por las ayudas, increíblemente inexistentes hasta la fecha. Una capacidad de adaptación que tenemos que saludar y que nos recuerda que somos el sector de la adaptación por excelencia. Por Eric Mottard

No vamos a frivolizar: cualquier cierre de empresa es un drama y ha habido unos cuantos. Tenemos que primero empatizar con los empleos perdidos, con la gente en ERTE inacabable, con un sector entero que vive dificultades financieras terribles cada día. Este artículo no es una opinión ligera o triunfalista como si no pasara nada. Hay mucho sufrimiento. Pero el baño de sangre no se ha producido sino que la enorme mayoría de las empresas siguen aquí. Algo que mucha gente que no es de eventos no se explica. “Pero ¿qué hacéis? ¿cómo aguantáis las empresas de este sector?” es un comentario que se escucha a menudo de gente “de fuera”, conscientes de que nuestra actividad principal ha sido abruptamente parada.

Han pasado varias cosas, casi todas buenas:

Estructuras flexibles

Muchas empresas de eventos tienen estructuras pequeñas y ágiles a nivel de equipo. Los salarios más importantes suelen ser de los fundadores/socios , que se ajustan su salario, se han utilizado los ERTEs para parte del equipo, las inmovilizaciones y costes fijos son limitados, salvo ciertos segmentos (audiovisuales, por ejemplo). Una agencia de eventos es una estructura por naturaleza muy flexible.

Acostumbrados a la incertidumbre financiera

Muchos sectores tienen una visibilidad importante sobre sus próximos meses. En eventos (exceptuando congresos), la visibilidad financiera es bajísima. Cada evento es una nueva conquista; los acuerdos marco son limitadísimos; de un gran evento o de su cancelación depende el hecho de tener un buen o mal año; incluso cosas firmadas pueden suponer sorpresas, aplazamientos, cancelaciones… La empresa/agencia de eventos tiene que ser ágil financieramente sí o sí.

Con capacidad de ver oportunidades

En cada evento, el equipo se adapta a imprevistos, inventa nuevas soluciones, nuevas experiencias, nuevos servicios. Esta capacidad de adaptación y reinvención permanente se ha visto especialmente con el vuelco que han dado muchas empresas para captar la oportunidad que suponen los eventos online. Esto ha supuesto nuevos conocimientos, nuevas colaboraciones, nuevos productos, así como una labor importante de educación del cliente (¡no: un evento online no es un zoom gratuito!). Otros sectores (producción audiovisual, marketing digital) hubieran podido identificar y captar esta oportunidad. No: lo han hecho las empresas de eventos, oportunistas y flexibles.

… y de reinvención de servicios

Hoteles que se han equipado en platós o lanzado ofertas multi-sede, los caterings han hecho cajas de comida, empresas de personal que han lanzado productos de seguridad sanitaria; espacios que han desarrollado su propia programación cultural; y obviamente los audiovisuales se han convertido casi en empresas de producción televisiva. Casi todas las empresas se han adaptado, y mañana tendrán simplemente una oferta más completa que hoy.

Con abusos

Decía “casi todas buenas”, porque en esta crisis, los plazos de pago vuelven a ser una vergüenza. No cumplir una fecha de pago, sin siquiera sentarse a comentarlo / negociarlo con su proveedor, es demasiado común y sobre todo parece aceptable a demasiadas empresas. Tenemos una percepción de que “pago si puedo, y si no, pues que se adapte mi proveedor”, que no es ni ética ni correcta en cuanto a cómo hacer negocios de forma sostenible.

En el conjunto, nuestra capacidad colectiva de adaptación y resistencia es de saludar. Y si hemos sobrevivido, cuando vuelva una mayor actividad de eventos, ¡seremos imparables! Y estamos cerca ya.

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