Jan-Jaap In der Maur, moderador de eventos: “el público solamente te seguirá si confía en que estás ahí para ellos”
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¿Qué caracteriza a un buen moderador?
Un gran moderador es una persona muy sensible, una persona que está abierta a las señales de los demás. Hay un equilibrio muy curioso cuando se habla de las características del moderador. Por un lado, un moderador tiene que ser un líder, porque si no es un líder nadie le seguirá y la defensa será un desastre. Por otro lado, debe ser una persona que esté ahí para la gente de la sala y no por darse protagonismo.
Lo que también se busca en un moderador es carisma sin ego, que resulta una combinación extraña. La mayoría de la gente que tiene carisma tiene un ego muy grande, y la mayoría de la gente que tiene un ego pequeño no tiene tanto carisma. A medida que se ha ido profesionalizando el mercado, hemos comprobado un cambio del moderador tradicional que quiere ser el centro de atención al del profesional que está en el escenario para ayudar sin buscar acaparar la atención.
¿Cómo consigue el moderador con su intervención que un evento mejore?
Si no se cuenta con un moderador profesional, lo único que habrá en el evento será un espectáculo. Habrá un guión y la información se enviará desde el escenario a la sala. Eso es todo. Lo que hace un moderador es asegurarse de que la información y los aprendizajes lleguen realmente a la gente. Si te cuento una historia, la historia se envía de mí a ti. Pero, a través del moderador, se busca que el cerebro de los asistentes se abra a la historia, la digiera, introduzca cambios, etcétera. Así que la moderación consiste en consolidar los aprendizajes y asegurarse de que todo el mundo está, presencial y psicológicamente, en la sala.
La gente quiere ser vista, escuchada y querida, así que tienes que mostrarles que sabes que están ahí y conectar realmente con ellos
¿De qué forma el moderador debe interactuar con el público?
Eso depende del grupo de personas para el que se modere el evento, pero hay unas cuantas reglas que se aplican en cualquiera de ellos: por un lado, en cualquier evento la gente quiere ser vista, escuchada y querida, así que tienes que mostrarles que sabes que están ahí y conectar realmente con ellos. Por otro lado, si quieres que haya interacción en el evento, debes ser tú quien la empiece.
El moderador del evento debe abrirse e interactuar inmediatamente. Un gran moderador observa constantemente lo que ocurre en la sala: ¿cuál es el ambiente? ¿La gente sigue conectada? Si no lo están, hay que hacer algo para reconectarles con el escenario o entre ellos. Esta es una profesión de experiencia: cuanto más lo haces, mejor se te da; requiere de una práctica constante para descubrir lo que funciona para ti como moderador. Se trata de trabajar constantemente con el instinto, de observar, de crear confianza con la gente; y la gente sólo te seguirá si confía en que estás ahí para ellos.
Teniendo en cuenta que en los últimos 10 años hemos sido testigos de una explosión digital que dificulta a los asistentes a concentrarse en los eventos, ¿hay características que los moderadores han tenido que fomentar durante los últimos años para conseguir capturar la atención del público?
Sí, absolutamente. Hoy en día, el público quiere estar al mando. Si nos fijamos en las democracias, hace 10 o 20 años confiábamos en nuestro gobierno. Ya no hacemos eso. Queremos que el gobierno nos escuche. Queremos que el gobierno hable con nosotros, que nos permita decirles lo que pensamos que sería una buena idea. Esto mismo ocurre con la moderación. Hace 10 años podías simplemente decirle a una sala llena de gente: «Levántate», «siéntate», «haz esto», y la gente lo hacía, pero ya no están dispuestos a hacerlo. Quieren formar parte de lo que está ocurriendo, así que tenemos que ser conscientes constantemente de que la gente de la sala, los participantes, realmente quieren participar.
Tenemos que estar abiertos a ello y ser flexibles en el programa si la sala dice que no a lo que hemos organizado y quiere algo diferente. El guión ya no es la Biblia, es solamente una sugerencia de hacia dónde podríamos ir. Eso es lo que hace interesante nuestro trabajo. Pero esto también significa que tiene que haber alguien en el escenario – el moderador – que pueda tomar decisiones en una fracción de segundo. Si estás hablando y te das cuenta de que la sala se está durmiendo, tienes que actuar. Hace 10 años lo habríamos dejado pasar y ahora sabemos que tenemos que cambiar las cosas para hacer que la gente se interese, para ayudar al orador a reabrir esa conexión, para hacer algo interactivo.
El moderador no es sólo el maestro de ceremonias que ejecuta el programa, sino que, en parte, él es el programa
Eso explica que sea tan necesario que el moderador conozca el briefing del evento de antemano…
Sí, desde luego. E incluso sugeriría traer al moderador antes de que el programa esté finalizado para ver en qué puntos del programa podemos encontrar momentos para la interacción, dónde cree el moderador que podrían surgir problemas… Nosotros moderamos. Hemos hecho esto miles de veces, así que, si miramos el programa, podemos decir inmediatamente: «probablemente en este punto la gente empezará a aburrirse, así que tenemos que hacer algo aquí para entretenerles”. El moderador no es sólo el maestro de ceremonias que ejecuta el programa, sino que, en parte, él es el programa. Debe estar muy bien preparado y comprender por qué el programa se ha planificado de tal manera, quién es el público objetivo y cuáles son sus preocupaciones, problemas y retos.
Además, también en estos últimos años, seguimos teniendo una misma frustración: se busca cambiar la industria de los eventos, que se componen por un 70% de ponencias, un 20% de pausas para el café y un 10% de debates; y probablemente debería dársele más importancia a los debates y a las pausas para el café y rebajársela a las ponencias. ¿Entre tus clientes has visto algún cambio a favor de estas nuevas tendencias que deberíamos seguir en la organización de los eventos?
Sí, está cambiando, pero lentamente. Solíamos crear programas basados al 100% en los ponentes y actualmente siguen siendo lo primero que introducimos en el programa. Esto deberíamos dejar de hacerlo. Deberíamos comenzar realmente desde cero y luego empezar a construir programas sobre las ideas que queramos tratar: ¿qué queremos que la gente aprenda? ¿Qué queremos cambiar? Y, más tarde, preguntarnos: ¿qué necesitamos? El ponente debería ser una de las opciones a elegir, pero no la opción más importante.
¿Por qué recomiendas poner en contacto antes del evento al moderador con los speakers?
Si no comprendo el mensaje central del orador, no puedo presentarlo del todo bien, pero, si realmente lo entiendo, puedo hacer algo dentro de mi introducción e interactuar con el público para dar a conocer ese speaker al público. Por eso es tan importante que los moderadores establezcan un contacto previo con todos los oradores. De esta manera, seremos capaces de ver si hay un solapamiento entre los oradores y sus mensajes e informar de ello al organizador, de manera que le propongamos alternativas en el programa para que adquiera una forma más coherente.
¿Cuál es el futuro de la IA en la moderación?
Los moderadores utilizarán mucho la inteligencia artificial como apoyo a su trabajo para obtener información sobre los grupos destinatarios y analizar lo que ocurre en la sala. Estoy bastante seguro de que utilizaremos más la inteligencia artificial para estudiar a la sala y averiguar si la gente sigue contenta, para saber si el mensaje está calando… cosas así. Pero la pregunta más interesante para mí es: ¿se sustituirá al moderador por inteligencia artificial? ¿habrá un avatar en el escenario? No lo creo.
Cuanta más interacción a nivel humano sea necesaria, menos probable será que la IA pueda tomar el relevo. El guión podrá anunciarlo un avatar, pero la gente realmente necesitará hablar con los demás, escuchar, construir confianza, sentir las emociones de los demás… Estoy convencido de que estamos muy lejos de que la IA se haga cargo de todos los aspectos sutiles del comportamiento humano.