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Gastronomías que justifican un evento

Gastronomías que justifican un evento

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Gran Canaria tiene tantos atractivos que posiblemente te has perdido uno: una gastronomía tan particular que, solo por conocerla, justifica que sea tu próximo destino. La peculiar historia de la isla y su clima subtropical no solo han dado como resultado una arquitectura encantadora, un paisaje delicioso y una temperatura envidiable, también ha creado un acervo gastronómico que ha florecido durante siglos en lugares casi imperceptibles para el visitante. Más allá de las papas arrugadas y el mojo picón, en cada pueblo, detrás de cada montaña, existen secretos culinarios que te harán reinventar tu programa del evento. Te descubrimos algunos, aunque tienes muchos más aquí. Y te recomendamos que eches mano de las empresas DMC locales para no perderte detalle.  Contenido patrocinado por Gran Canaria Convention Bureau

Los quesos de Gran Canaria ¡toda una sorpresa!

Una sorpresa para los peninsulares es descubrir los deliciosos quesos de la isla: en 2018, el certamen World Cheese Awards galardonó ni más ni menos 35 quesos del archipiélago, entre ellos 15 quesos grancanarios. Pueden ser quesos tiernos, semicurados, curados y de flor, de oveja canaria o de vaca canaria o frisona, puros o de mezcla. Con cuajo animal o con cuajo vegetal. Untados con gofio, pimentón o aceite. La cultura del queso en la isla no es nada nuevo y existen hasta 130 queserías, de las grandes a las pequeñísimas. Quesos que se realizan con leche fresca y se maduran en algunas ocasiones en cuevas, con leche procedente de rebaños trashumantes alimentados de hierbas silvestres como el tagasaste o los escobones, que solo existen en la isla, lo que proporciona a los quesos un sabor sorprendente.

Una de estas queserías, que puedes visitar, es La Casa del Queso, en la zona de Montaña Alta, en Santa María de Guía, al norte de la isla. Situada en un entorno rural desde el que se divisan las zonas de pasto, puedes conocer la tradición y la cultura en torno a su elaboración y producción del famoso queso Flor de Guía, elaborado cuajando la leche con cuajo vegetal, es decir, poniendo primero a macerar flor cardo en un poco de agua a la que se le añade la leche recién ordeñada de ovejas trashumantes. Organizan además talleres para grupos en los que puedes participar tanto en la elaboración como en la degustación de las diversas variedades que quesos de la zona.

Para acompañar a los quesos, otra sorpresa: el pan de papa. Un pan de receta campesina muy antigua que todavía se elabora amasando a mano y horneando con leña. Hace muchos años este pan les permitía aprovechar las papas sobrantes en las casas: se guisaban las papas (llamadas sancochadas) y se amasaban con harina, levadura, azúcar, limón, canela y aceite, lo que resulta en un pan más dulce y de masa apretada.

 Elaboración de quesos Flor de Guía. Foto: Canarias Gourmet

 

Un brindis de manzana en Valleseco

Valleseco, al contrario de lo que pudiera parecer su nombre, es un municipio verde y montañoso con una frondosa vegetación arbórea de pinar y laurisilva, pero también de manzanos en torno a los que ha girado la economía y la cultura de esta zona. Las manzanas reinetas introducidas en el siglo XIX como fórmula para rentabilizar las tierras baldías, crearon toda una cultura popular con romerías a la Virgen de la Encarnación, verbenas y exposiciones. Más tarde, de esas manzanas nació en 2010 una pequeña sidrería que se llamó Gran Valle, que ha dado lugar a la celebración de unas jornadas gastronómicas con platos en torno a la manzana y la sidra. Te aconsejamos realizar la visita gastronómica yendo a disfrutar de la acogedora vegetación de La Laguna de Valleseco, en donde se puede hacer un asadero con tus propias viandas.

Fiesta de la manzana en Valleseco. Foto: Grancanaria.com

 

Los únicos cafetales de Europa están en el valle de Agaete

Se trata de una variedad escasa y antigua dentro de la especie coffea arabica: la typica, y se cultiva en los bordes de las fincas, que no por eso han abandonado otros cultivos por los que este valle también es famoso en la isla, como las papayas y las naranjas. De todo ello se puede disfrutar en la Bodega Los Berrazales, una finca de más de 200 años de antigüedad que se levanta a los pies de los riscos de Tamadaba bajo centenarios pinares canarios. Para visitar: las cepas de uvas listán negras plantadas y cultivadas artesanalmente que bajan casi hasta el nivel del mar en la hondonada que forma el valle, y que producen un delicioso vino tinto aromatizado.

Fiesta de la Rama en Agaete. Foto: Gran Canaria Patronato de Turismo

 

Los frutos del Atlántico

Más acostumbrados al Mediterráneo y al Cantábrico en cuanto a productos de mar se refiere, el Atlántico que rodea la isla, es un rico proveedor para los pescadores de Arguineguín o Puerto de Mogán que extraen a diario una gran variedad de pescado y marisco, entre los que destaca por su sabor el atún de temporada, que recibe el apellido ‘de Mogán’. Pescado que se enriquece con los productos tropicales de tierra adentro como la papaya, el mango o el aguacate. El abrupto y accidentado paisaje de este municipio, que ofrece senderos para adentrarse en paisajes de abrumadora belleza, no está esculpido sólo por la naturaleza. También por la actividad de los isleños, agricultores que hasta bien entrado el siglo XX llevaron a la mesa de muchos europeos los muy apreciados tomates.

 

Fiestas del Carmen en Morgan. Foto: Gran Canaria Patronato de Turismo

 

Del mar a la montaña: huertos, pastos y bosques

El pueblo a mayor altura de la isla, Artenara, es un pequeño pueblo con espectaculares vistas, con un enjambre de pequeñas y dispersas poblaciones de casas-cueva rodeadas de huertos de papas y millo. Esencialmente trashumante, la riqueza en el plato la compone la huerta, la carne y el queso hecho con la leche de animales que pastan en verano y en invierno. La lluvia sobre el pinar regala otro manjar: los hongos. Pedro Lezcano (1920-2002), poeta e impresor que en 1991 llegó a la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria, aficionado a las rutas micológicas, prefería entre todos, el pinar de Tamadaba: “Yo tengo una manera de comerlos en el bosque, llevando un poco de panceta y la carmela. Hacer allí mismo un asadero de leña es insuperable. Una vueltita y apenas empiezan a humedecerse a la vista ya están, se comen casi crudos”.  ¿Quién no se apuntaría?

Poblado troglodita de Acusa Seca. Foto: Atlas rural de Gran Canaria

 

 

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