Fyre en Netflix: lecciones de un evento desastroso
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La creatividad puede hacer ganar un evento, la producción lo puede hundir. La idea de este festival de alta gama, que combine música con un lifestyle absoluto, había conquistado a sponsors y asistentes. Pero lo que lo mató fue la producción, aspectos como el montaje, los alojamientos, los transfers, el caos en el aeropuerto.
¡Qué aburrido es hablar de baños y abastecimiento de agua! Pues sí, es más divertido grabar modelos en la playa que planificar tuberías… pero la logística y la producción son fundamentales. Este evento se empezó a concebir y comunicar antes de tener un plan de producción completo, antes de entender los enormes retos que supone montar un festival en un sitio no preparado. Baños, wifi, alojamiento… eran enormes dolores de cabeza que se plantearon muy tarde. La producción se empezó a organizar de verdad menos de dos meses antes del festival. Ahora, ¿quién se quejará de que su cliente le da poco tiempo?
El mundo ha cambiado desde Woodstock. El productor comenta el caos que fue el mítico festival sesentero y comenta que si, a pesar de este caos, fue recordado como un momento único, entonces Fyre podría serlo también a pesar de los problemas de producción que se predecían. Solo olvidó dos cosas: primero que el evento se vendió como lujoso (Woodstock no) y por tanto tenía que cumplir. Somos menos guerreros que nuestros padres… Y sobre todo, casi 50 años más tarde, el mundo, la ley, la noción de seguridad en un evento, han cambiado un poquito. Con las redes al acecho de cualquier fallo.
¡Sálvese quien pueda! Estar en un evento y no tener comida o temer por su alojamiento convierte a cualquier multitud, por muy educada y pija que sea, en guerreros luchando por su vida, peleando para conseguir una tienda. En momentos de estrés, los asistentes olvidan sus principios de buena conducta. De hecho es casi una suerte que no haya habido violencia física o algún muerto.
Cuestiona, cuestiona. Fyre fue lanzado por un emprendedor de enorme éxito. Quizás por esto, o quizás por comodidad, su equipo y contratistas siguieron trabajando aunque parecía cada vez más claro el fracaso anunciado. Quien trabaja en eventos tiene la responsabilidad de (por muy talentoso o adinerado que sea el cliente) cuestionar a su cliente y destacar aspectos que se ve que no funcionarán. Es divertido ver a varios de los contratistas preguntarse después cuál ha sido su responsabilidad en lo que pasó…
¡El compromiso! ¿Será verdad? En todo caso, el productor del evento (homosexual) cuenta que el organizador le pidió ir a ‘salvar’ los camiones cisterna de agua… practicando sexo oral al responsable local de aduanas. Al final no fue necesario, pero esto podría entrar en el hall of fame de “do whatever you have to do” para salvar el evento. Ahhh, y a modo de aprendizaje más serio: temas de aduanas en destinos un poco exóticos, se tienen que organizar con mucha antelación. Este factor hubiera podido arruinar el evento.
El poder del influencer. Sentimos recordarte lo obvio pero tenemos aquí un ejemplo de convocatoria hecha a base de poner a top models en una playa de las Bahamas, corriendo, riendo como buenas amigas, mirando la cámara con profundidad… y por muy ridículo que sea este falso Eden, funcionó de maravilla: las entradas se agotaron en un tiempo récord.
… pero una imagen te puede también destruir. El evento se vendió utilizando imágenes y redes sociales… pero quizás el golpe más fuerte a nivel de imagen contra el evento habrá sido esta foto que seguro que has visto, de un triste bocadillo abierto en una caja de plástico, la comida de bienvenida a un evento que prometía ser lo mejorcito. Más que cualquier concepto, palabra, tema legal… esta imagen que se viralizó como la pólvora resumió la estafa que era este festival.
Murphy existe. Bueno, esto ya lo sabías, pero la noche antes del evento, con una zona de alojamiento que no consistía en villas lujosas sino en las tiendas que se utilizaron en el momento del huracán Katrina, llovió a chorros y todo quedó empapado. En fin, todo iba mal, y Murphy hizo que todo fuera peor, mucho peor.
Cuidado con temas legales y financieros. El evento se empieza a concebir y comunicar pensando en una isla… que al final los organizadores no consiguen, con lo cual tienen que encontrar un plan B (que acaba siendo un plan C). Y a nivel financiero también, este evento se organizó siguiendo un actitud “barra libre”, sin tener previsto todo lo que había que financiar, inventando ingresos adicionales sobre la marcha (una pulsera que pedían pre-cargar con miles de dólares para gastos in situ por ejemplo)… y acabó sin pagar a sus proveedores, a los trabajadores locales.
El estrés y sufrimiento. Vale la pena hacer las cosas bien: varios profesionales hablan de lo traumática que ha sido toda esta experiencia. Te recordamos que organizar eventos es uno de los oficios más estresantes que haya, e imagino el nivel de trauma que habrán vivido. Así que vale la pena hacer las cosas bien, aunque sea solo para dormir mejor por la noche.
No olvidemos: ante todo es la historia de una estafa, de malas prácticas básicas de negocios, de un emprendedor que crea un sueño y olvida la realidad (y la moralidad). Pero para un profesional de eventos, es un documental a ver absolutamente. Disfruta ¡y alégrate de nunca organizar este evento!