Firma invitada: La España de charanga y pandereta
Compartir noticia
Escuchar
Tirando de historia, entramos en la UE en 1986, para ello hubo que cumplir con unas premisas económicas, realizar cambios y transformaciones para ser aceptados como Estado miembro. Con el devenir de los años, los cambios, los tratados, las políticas de cohesión y varias crisis económicas, llegamos a un 2020 donde España se presenta como líder europeo de destino turístico. De país rural, de economía fundamentalmente agraria, a un país cuya economía está basada en el turismo (desde el Tratado de Maastricht hasta ahora). Basado en el TURISMO en mayúsculas. En España hay hueco para turistas ricos, medios y pobres, de cultura o playa, de chiringuito o Estrella Michelín. Conciertos, exposiciones, congresos Internacionales… todo cabe. Estamos “europeamente” obligados a mantener nuestro estatus de país turístico, para poder mantener un PIB acorde a nuestra posición en la UE.
Pero si desde 1986, se nos ha exigido disminuir las explotaciones agrarias, ganaderas e industriales y, por tanto, disminuir la producción global de estos bienes para evitar el conflicto con la producción de otros miembros, los españoles, que necesitamos comer como el resto de los europeos, nos fuimos yendo del campo a la ciudad y la UE, nos patrocinaba este cambio de vida con subvenciones al precio de la producción. Si vemos la evolución de la producción económica de nuestro país, se observa que la industria y el campo han perdido fuerza y los servicios se postulan como ganadores indiscutibles del palmarés económico nacional. El intenso proceso de terciarización que ha registrado la economía española durante las últimas décadas constituye un hecho indiscutible, refrendado ampliamente por los datos. En 1970, las personas empleadas en el sector servicios, representaban el 36,5% del número total de ocupados en España y el valor de su producción, equivalía al 46,2% del total español, porcentajes que en 2015 fueron ya, respectivamente, el 76,2% de todas las personas ocupadas y el 74,9% del PIB a precios corrientes.
Pues bien, después de esta breve reseña económico/histórica, llega el virus y se legisla urgentemente para intentar controlar la propagación. ¡Correcto! Es necesario legislar para una mayoría, aunque una minoría quede desprotegida, ya que es muy difícil legislar para el 100% del común de los mortales. Pero oiga, que, si España vive del turismo, no es que nos comamos a los turistas que nos visitan, es que les ofrecemos los mismos congresos, exposiciones, chiringuitos y salas de fiesta que la UE nos ha encomendado mantener para no volver al campo, ni a la industria, porque hay otros Estados miembros que viven de eso.
Tenemos a disposición del turista legiones de trabajadores formados para el ocio. Además, muchos o muchísimos de estos legionarios del mundo del evento son autónomos o pequeñas empresas que se forman y se desarrollan paralelamente a una actividad que normalmente va ligada a la temporalidad, ya que nuestros turistas no vienen todo el año, ¡ojalá!, hay temporadas de mayor y menor afluencia. Pero nuestros legionarios del evento están acostumbrados y hechos a esta temporalidad y cada uno se maneja como puede para poder vivir/tributar anualmente, aunque la mayoría del ingreso esté supeditado a esta temporalidad.
En esos servicios se engloba la totalidad del sector del ocio… tanto para nacionales como para el turista europeo. El sector de eventos está integrado en este 74,9%, pero además no podemos diferenciarlo del resto del sector servicios. Una cocinera de restaurante prepara alimentos para los técnicos y montadores de un espectáculo. Un guardia de seguridad recibe paquetería de merchandasing para un evento; un técnico viste ropa negra comprada en la tienda del barrio o en la gran superficie; un montador de escenarios necesita herramientas que proporciona la industria y que se compra en ferreterías; ¿flores? Claro, tanto en el centro de mesa de los novios como haciendo un pasillo para una cena de gala en un emplazamiento de congresos. ¿Quién las vende? ¿Quién las trae? ¿Quién las coloca? ¿Quién las ilumina? ¿Sobre qué mesa? El sector del evento forma un porcentaje elevadísimo del sector servicios.
Pero, ante este paradigma para el control del virus, el gobierno, en su santa inocencia e inconsciencia, prohíbe y acota aforos independientemente de que puedan crear un perjuicio sanitario. Insistimos. Entendemos que no podemos legislar sin dejar a un sector un poco maltrecho, pero es que estamos dejando maltrecho a un porcentaje de la población altísimo. Además, este porcentaje, tributa y recoge dinero de los otros países europeos que vienen a nuestro país a disfrutar de playas con conciertos, congresos con sesiones privadas y festivales de cine internacionales.
Para mayor frustración, se permiten aforos del 100% en colegios e institutos, en aviones, trenes y metro, pero no en carpas de circo, ni en teatros (y sin entrar en el maltrato que estamos recibiendo los parados por el virus desde las oficinas del “Servicio Público” del SEPE…) Y el más difícil todavía: cada miembro de la UE veta indiscriminadamente a otro miembro, exige cuarentenas y proclama abiertamente recomendaciones sanitarias para viajar a tal o cual país…. Mal. Que somos la UE, que se nos olvida que somos unión y que se nos olvida que económicamente hay unos parámetros que debemos cumplir.
Esta pataleta/reflexión que dejo plasmada en letras no es porque sólo piense en mi bienestar económico y quiera dejar de lado el sanitario; no contemplo un escenario donde tengamos inmunidad de rebaño porque todos vayamos a pecho descubierto a infectarnos y a salir indemnes de tal acción. No. Sólo necesitamos que podamos hacer espectáculos con un 100% de aforo en interior y exterior, pero cumpliendo unas normas básicas de distanciamiento, protección individual y seguridad. Si la Ley de Espectáculos y Actividades recreativas contempla una presencia de vigilantes de seguridad y un retén sanitario en función del aforo, se puede contemplar unas medidas extraordinarias frente al Covid-19 con mayor presencia de vigilancia privada, mayor presencia sanitaria, nuevos controles de acceso, renovación y filtración de aire en sala, formación y más formación. No prohíbas, déjanos adaptarnos. Déjanos trabajar.
Finalmente comentar que todos los que integramos este apasionante mundo del espectáculo y/o del evento no deseamos subvenciones que difícilmente llegan hasta el que más lo necesita. Queremos realizar nuestro trabajo. Desde este púlpito deseo hacer llegar al gobierno (nacional, autonómico y local) un llamamiento urgente para paliar esta situación. Estamos en manos ajenas, si no, no estaríamos como estamos.
El 17 de septiembre saldremos a la calle a esa España de la rabia y de la idea.
Daniel Pérez ha estado trabajando hasta julio de 2020 como director europeo de giras para el Cirque du Soleil en el departamento de planificación, contratos y permisos.