¿En serio empezamos a quitar la perfusión?
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La absurda creciente penalización por mantener el ERTE
Las empresas de este sector están, simplemente, luchando por su supervivencia. No para optimizar dividendos o para grandes nuevas inversiones. Tener el triste privilegio de ser el sector más afectado entre todos y de haber visto los ingresos no reducirse sino dividirse (por 3, 5, 10… o desaparecer) hace del ERTE una medida básica de supervivencia. Lo era en abril y lo es ahora.
Ahora, el Estado quiere sacar a la gente de los ERTE y empieza a penalizarlos (la cotización de seguridad social empieza a subir en julio como habrás visto). ¿Es la hora de quitarle la perfusión al enfermo? En eventos, por supuesto que no tiene sentido. El volumen de actividad de nuestro mercado a fecha de hoy es probablemente un 10% de lo que era en tiempos normales. La vuelta será muy progresiva. El enfermo no ha vuelto a caminar; está empezando a mover un poco el pie para ponerlo, lentamente en el suelo. Quitarle la ayuda no tiene sentido.
Es verdad que somos un sector de luchadores, de energía positiva, y tenemos estos días que comunicar todos los eventos que se hacen. Hemos lanzado desde eventoplus la campaña #vuelvenloseventos, por la cual queremos publicar todos los eventos posibles y que así las empresas se den cuenta de que se pueden hacer eventos. Y nos alegramos cuando vemos que 30 personas se reúnen de forma física. Pero… ¿esto es la recuperación? Obviamente que no, y que no se puede ahora reducir la ayuda que se le presta a este enfermo. Además con el detalle irónico de reducirla en julio-agosto, meses siempre demoledores para el sector del evento profesional y su tesorería. Empezar a castigar a las empresas de un sector todavía devastado como el nuestro es absurdo.
Peor aún: la trampa para septiembre
Estamos en septiembre. Las empresas que han apostado por mantener su plantilla se encuentran en un panorama todavía muy complicado – es imposible pensar que el volumen del mercado en septiembre sea más de un 25% de lo que sería en tiempos normales. Y (sobre todo con penalización de una mayor cotización de seguridad social que habrá empezado en julio), muchas empresas verán que les será imposible llegar al 31 de diciembre con toda su plantilla. Es una realidad cruda, matemáticas puras. ¿Y se les prohibirá despedir durante este famoso plazo de 6 meses (se utiliza a menudo en medios la expresión “probibir” – no se prohíbe exactamente, sino que la empresa tendría que volver a pagar todo el coste de seguridad social que el Estado ha asumido desde el inicio del ERTE, a menudo prohibitivo para una empresa que está intentando evitar su cierre)?
Hay dos cosas que las pequeñas empresas necesitan, más allá de mecanismos efectivos de ayuda:
- Que los políticos dejen de pensar que las empresas quieren despedir. Algo falso, sobre todo en la pequeña empresa que hace este sector, un sector de equipos humanos, donde el director conoce a todo su equipo muy de cerca y quiere a sus equipos. Pues no, despedir nunca se hace con alegría. De hecho cualquiera del sector de eventos que no haya despedido en marzo cuando llegó esta tormenta es alguien que quiere realmente luchar para mantener su plantilla. Pensar que hay que desincentivar el despido es absurdo, hay que permitir que las empresas sigan trabajando, ayudándoles.
- Que los políticos dejen de pensar que prohibiendo los despidos o haciéndolos muy complicados, facilitarán el empleo. Una empresa que no tiene trabajo y dinero para 50 personas necesita ajustarse a 40, así de claro. Una agencia que ha tenido 4 meses de ERTE y ve que el volumen de actividad no le permite mantener su estructura necesita algo de flexibilidad. Mantener esta absurda norma tendría un coste en empleos enorme en este sector, no porque se despedirán a personas, sino porque muchas empresas cerrarán.
Un sector con necesidad de medidas específicas
Necesitamos en España algo que se pide en otros países también. Un trato especial para el sector más devastado de todos. Probablemente una empresa de restauración, de distribución o de automoción está ahora volviendo a niveles de actividad que permiten ir regularizando la situación… pero el sector de eventos necesitaría más flexibilidad y más tiempo. Un plan de ayuda al mundo del evento profesional, de las ferias, de la cultura… es necesario para que el 2020 no acabe realmente mal. Para cualquiera que valore un poco el empleo en este sector increíblemente generador de empleo (según comparaciones internacionales, más de 200.000 sin siquiera contar el evento cultural o deportivo), este sector merece un plan de ayuda.
En eventos lo nuestro no es quejarnos, no es el lobbying: es luchar, convencer, animar, crear. Un sector de apasionados y creadores, más que de abogados y lobbyistas. Pero necesitamos hacernos oír mucho, como hizo el sector alemán en esta espectacular acción donde tiñeron de rojo el país y como lo hizo el mercado francés dirigiéndose de forma colectiva al Primer Ministro.
El sector más devastado entre todos luchará, se adaptará, volverá (estamos todos haciendo todo lo posible para ello)… pero necesita apoyo todavía. Las medidas recientes son un golpe muy preocupante al empleo en eventos. ¿A qué esperan las autoridades estatales y autonómicas para afrontar este tema? Quizás para cuando nos quieran escuchar ya quedaremos muy pocos.