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El viaje de incentivo desde el punto de vista del asistente

El viaje de incentivo desde el punto de vista del asistente

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 Es habitual pensar en incentivos desde el punto de vista de la empresa, los objetivos que pretende conseguir con la organización del viaje: retener talento, fomentar el trabajo en equipo, etc. y que todo eso repercuta en resultados económicos. Sin embargo, para que los programas de incentivo sean un éxito, la atención se debe centrar en el asistente. Algo ya vimos en el estudio de mercado de Grupo eventoplus, y ahora lo confirma un estudio de SITE.

Los años de recesión económica han hecho que los objetivos que persiguen las empresas con las acciones de incentivo hayan variado. Pero lo mismo ocurre con los asistentes a estos viajes. Los nuevos tiempos demandan establecer un compromiso más profundo entre empresas y trabajadores, y para eso es necesario crear nuevas experiencias a través de los viajes de incentivo.

Para conseguir medir, prever y mejorar el rendimiento que se consigue con un incentivo es necesario mirar al asistente de estos viajes, conocer su opinión sobre todo esto y como percibe él como asistente estas acciones.

Con esta premisa SITE International Foundation en colaboración con Incentive Travel Council han llevado a cabo un estudio entre 1.000 profesionales objeto de participar en un programa de incentivo. Para ellos, tres son los conceptos clave a la hora de valorar un incentivo:

– Significativo, que sea representativo con respecto a los objetivos y las condiciones que hay que alcanzar para conseguir el incentivo, requisitos que sean justos y alcanzables, que se den a conocer de la manera apropiada, además de relacionar la forma en que se mide el rendimiento y se hace seguimiento de la progresión del trabajador hacia esos objetivos.

Según el estudio, la mayoría valora positivamente la manera en que se dan a conocer los objetivos a alcanzar para recibir el incentivo, pero sin embargo, el punto a mejorar es en cómo la empresa informa a los empleados si están en la línea hacia conseguirlos, cómo lo están haciendo y cómo podrían mejorar su rendimiento para alcanzar esos objetivos. Importante, ya que al mejorar el feedback y hacer un cuidado seguimiento de su rendimiento laboral hacia esas metas el trabajador se volcaría más, con mayor engagement y mayor retorno, a su vez, para la empresa.

– Motivacional, hace referencia a la experiencia vivida durante el viaje y presta atención al diseño en sí del incentivo. La tendencia es pasar del incentivo cargado de un paquete de actividades que se ofrece por igual a los asistentes, a que estos tenga tiempo y la opción de elegir algunas partes del incentivo a su medida, aprovechando algún momento del viaje haciendo actividades de su elección y diseñadas a su medida.

La clave está en saber que recompensa hará que los empleados trabajen más duro para conseguir ese incentivo. Para ello es importante saber qué espera vivir el asistente en onsite, qué destino les motivan más, si prefieren viajar solo con la pareja o un viaje en familia, valoran tener tiempo libre o incluir en el programa alguna acción de RSC?

Lo que a algunos puede parecer motivador, para otros asistentes simplemente puede carecer de atractivo para que les sea ofrecido en un incentivo. La mejor fórmula para saberlo es preguntándoselo y haciéndoles partícipes en el diseño del incentivo (destino, duración, programa, etc.).

– Memorable para los asistentes. Aquí vienen las diferencias de perspectiva entre los organizadores y los asistentes. Los primeros se centran principalmente en la experiencia en destino, mientras que los empleados lo toman como toda una experiencia de principio a fin y valoran también pre y post viaje.

Generalmente se valora que el viaje haya tenido un impacto emocional positivo en los asistentes (afianzar relaciones entre compañeros, mejor opinión y compromiso con la empresa, compartir más su misión, visión y valores), sin embargo no hay que descuidar el grado de intensidad en que esto se consigue.

La diferencia de perspectiva también se ve en los resultados que se esperan conseguir con el viaje. Mientras que las expectativas de los organizadores responden a criterios relacionados con el ROI (Return of Investment), las de los participantes se encuadran dentro del ROE (Return of Experience), es decir, si la experiencia recibida ha valido al pena el tiempo y el esfuerzo empleado.

 

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