El código farma restringe (¡más aún!) el mundo congresual
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Algunas cosas hay que reconocer a José Zamarriego, director de la autoridad de supervisión deontológica de Barcelona: una claridad y coherencia absolutas, y una capacidad de showman sorprendente por tener un cargo que suena tan gris.
El 9 de septiembre, en un evento de MPI (Meeting Professionals International) vino para explicar el por qué y el cómo del código de buena conducta definido por la asociación de laboratorios de nuestro país, Farmaindustria. Un lleno para este evento de MPI, lógico cuando sabemos la importancia (todavía…) del sector farma para el mercado de eventos.
El por qué
Según explicó José Zamariego, el contexto en general requiere más prudencia de los laboratorios. Las normas se vuelven más restrictivas, los estados más controladores, y las consecuencias de posibles malos comportamientos se han vuelto más graves (la búsqueda del escándalo, las redes sociales al acecho explican probablemente una prudencia cada vez mayor).
Así que desde el 1991, pero especialmente desde el 2004 cuando se decidió entre otras cosas que los laboratorios no podrían invitar a médicos en hoteles de 5*, la industria farma ha actuado con un objetivo, según explica: «evitar que te regulen, proponiendo un sistema de autoregulación» de la mano de los mismos laboratorios. No impiden que los médicos hagan nada… solo que los laboratorios no apoyarán, financiarán actividades que no van en un sentido de la pura formación científica. Se pretende, tras años con escándalos y problemas de imagen, potenciar la confianza en la industria farmacéutica bajo las bases de transparencia y prevención.
Como subrayó, el sector se ha vuelto puntero con esta forma de autoregularse: «Es el único sector capaz de decir en abierto cuando las cosas se hacen mal». Esta política de transparencia se ve por ejemplo en el hecho de que la asociación publica sus resoluciones en abierto (es decir los malos comportamientos que observa en sus mismos miembros). Denunciando el estigma del «no seas un chivato», explicó que el sector tiene una responsabilidad de no permitir que pasen cosas incorrectas.
La autoregulación «incluye la ley», se ha definido teniendo en cuenta las exigencias legales. Esto le da un valor adicional, de simplificación: España es especialmente complejo, al tener 17 sistemas diferentes (las CC AA tienen autoridad sobre temas sanitarios) y definir un marco deontológico común evita esta necesidad de adaptación a cada comunidad.
El código se ha definido bajo principios de legalidad (cumplimiento de la ley); responsabilidad (avisar a las autoridades si se ven comportamientos ilegales); compromiso (con un proceso de mejora continua… ¡que estamos viendo en esta nueva versión!); prevención (evitar que haya problemas, no esperar a los problemas); transparencia con todos los grupos de interés (publicaciones, asociaciones de pacientes, autoridades…).
Las nuevas normas
El nuevo código prohíbe dar cualquier tipo de obsequio a médicos. Así es: ya no habrá boli promocional. Esto no se debe a que el boli se haya identificado como un artículo corruptor, sino a un tema administrativo. Farmaindustria declarará todas las «transferencias de valor» a médicos, de forma individual, sea una comida o una inscripción a congreso (el médico puede negar que se publique esta información personal suya). Se declararán también las transferencias a organizaciones sanitarias, sean donaciones o aportaciones para actividades formativas o a prestación de servicios.
Así que, ante la imposibilidad de seguir y publicar cada regalo de bolis, se suprime cualquier tipo de obsequio, tanto en visita médica como en congreso (¡por lo menos, hemos tocado fondo, no se podrá ser más restrictivo en regalos!). Solo en reuniones internas se podrá dar un boli y papel, para tomar notas…
Declarar aportaciones… ¿qué implicaciones tendrá? Nadie sabe realmente. A priori esto no tendrá ninguna implicación fiscal -la asistencia a congresos es una actividad formativa que sería extraño considerar como una remuneración o un regalo escondido. Pero queda por ver si los médicos tienen ataques de paranoia y se vuelven reticentes a asistir a congresos. Dicho esto dio un mensaje de cierta normalidad: «Las relaciones entre laboratorios y asociaciones no cambiarán – ambas partes se necesitan de forma clarísima». Según él, se restringe la parte de hospitalidad, pero la parte puramente científica seguirá como antes.
Límites de hospitalidad
En eventos europeos, se aplicará el límite del país anfitrión, una simplificación bienvenida cuando el hecho de adaptarse a los límites del país de cada médico generaba mucha complejidad. El límite en España, para una cena, 60 euros (el cubierto, sin incluir el venue o transporte)… pero incluyendo el IVA y una posible comisión de agencia, vemos que no es hora de alta gastronomía.
La fobia de Farmaindustria por cualquier tipo de actividad de ocio, sea un concierto o unas pistas de esquí, se mantiene. Solo se permiten actos sociales del congreso como la cena de bienvenida o de cierre. Incluso se prohíbe una sesión de yoga para abrir el día (una lástima cuando se sabe que estas actividades permiten centrarse y ser más receptivo en la formación). Y ni lo mencionemos: siguen prohibidísimos los acompañantes.
Otro cambio: un hotel que tiene varios niveles de estrellas será considerado como teniendo la mayor de las categorías. Más claro: el hotel de cinco que tenía «una planta de cuatro» será considerado como un cinco estrellas, por tanto (salvo excepciones) no aceptable por Farmaindustria. Buena noticia: un 93% de los congresos están, en el código de colores de la asociación, «en verde», es decir, aceptables.
Detrás de este cambio está EFPIA, la Asociación europea de laboratorios, que analiza los congresos bajo cinco dimensiones: programa científico, hospitalidad, ubicación y venue, actividades, acompañantes. Y la política que ha implementado, que va en las mismas líneas que la española, da frutos: desde el 2011, el número de congresos internacionales que cumplen los cinco criterios ha subido de 10 a 40%.
José Zamarriego también aclaró una serie de cosas: no hay «hoteles homologados» por Farmaindustria, sino criterios publicados, con los cuales los laboratorios tienen que tomar sus responsabilidades. Y más allá de nuestro sector, se reforman las normas en el entorno digital. Si los laboratorios no pueden dar a los pacientes información de sus productos, esta norma se aplica ahora en el mundo digital con restricciones en las actividades de divulgación online de los laboratorios (webs, sus redes sociales, etc.).
El sistema europeo difiere del de EEUU, donde los médicos se pagan su asistencia. Y de otro lado, los laboratorios noruegos no pueden invitar a médicos a eventos internacionales, sino seguir el evento por vía virtual. Pero un matiz importante según José Zamarriego: Noruega es un país rico y a menudo los hospitales pagan la asistencia de los médicos a congresos internacionales, algo que no pasa aquí.
Si todo el sector, especialmente los hoteles de 5*, tienden a ver en Zamarriego a un «Torquemada», hay que reconocerle la claridad, y el derecho del sector farma de financiar la formación continua como lo desea. «¿Hay otro sector donde la formación la dan los proveedores?». Si bien algunas decisiones suenan absurdamente restrictivas, no podemos exigir de los laboratorios que financien actividades lúdicas.
«¡Os pido ayuda!» repitió José Zamarriego, en su búsqueda de tener un sector farma plenamente limpio. Este acercamiento, esta voluntad de explicar su política, es de agradecer.