El importante desafío técnico de Madison en la última edición de los Goya
Agencia: Madison MK
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El objetivo fue crear un solo espacio que incorporara todos los momentos de la gala, tanto previos como durante y después del evento, eliminando de esta forma los traslados entre un momento y otro de los asistentes durante el evento. Lograron, además, realizar todo este trabajo basándose en un proceso de sostenibilidad incorporando a proveedores locales e incorporando el reciclaje y la reutilización de todos los recursos y materiales.
El resultado fue la transformación de un espacio de 16.000m2 en los espacios necesarios para el evento: oficinas para la Academia, áreas de producción para TVE, backstage, camerinos, salas de prensa, auditorio, acreditaciones, guardarropía, alfombra roja, zonas comunes, zona vip y espacio postescala. Cada área estuvo equipada con tecnología de sonido, iluminación, vídeos, efectos y climatización.
En la 38ª edición de los Goya participaron más de 3.000 personas, incluyendo artistas, profesionales del cine, invitados especiales y numerosos medios de comunicación. La alfombra roja, previa al photocall, fue el punto de partida que reúne a artistas, prensa y público. Luego, se pasaba a una gran zona de invitados con varias salas de patrocinadores, vips, y zonas de descanso. Posteriormente, los invitados iban al auditorio donde tenía lugar la gala.
El auditorio conseguido tuvo capacidad para casi 3.000 personas entre grada y platea, y realmente brilló con luz propia. Tras la gala, se pasó a una zona de fiesta, dividida en varios espacios. La zona principal para el catering, con capacidad para más de 3.500 personas, la sala del silencio para quienes querían algo de tranquilidad, una terraza para disfrutar de vista panorámica de todo el evento, con un ascensor efímero construido para accesos de movilidad reducida. Y, por supuesto, el escenario principal, la cabina técnica y otras salas VIP. Todo ello sin olvidarse de la zona general para el personal, técnicos, academia, etc.
Una proeza técnica que demuestra que los grandes eventos no necesariamente tienen que optar siempre por las grandes ciudades.