Consejos de supervivencia para trabajar en eventos
Compartir noticia
Escuchar
El pre-evento, empieza el “sufrimiento”. Después de meses de trabajo, llegan los días previos y comienzan a subir los niveles de estrés, surgen algunos imprevistos, se van reduciendo las horas de sueño, comes lo que pillas, aumentan las tazas de café… se acerca la hora y debes estar preparado. Dos cosas sencillas que van muy bien: beber mucha agua y reír con los compañeros de equipo, esto anima y ayuda a recuperar fuerzas. La clave está en minimizar los riesgos al máximo y relativizar, que siempre es bueno. Y lo mejor para ello es no dejar cosas para el último momento (dentro de lo posible) para que el estrés no te supere el día D. A partir de aquí, empieza una carrera de fondo para la que hay que estar preparado física y mentalmente, asumes el reto, la adrenalina sube, la emoción aumenta (por eso los eventos enganchan) y durante varios días, el evento será tu mundo.
El look imprescindible para triunfar. Comodidad, ante todo. Esa es la máxima. Gran parte de vuestro trabajo implica subir y bajar escaleras, ayudar a descargar furgonetas de reparto, llevar cajas, colocar la decoración… por supuesto, el calzado cómodo, aunque no siempre es bueno que sea del todo plano. Pisar directamente sobre el suelo durante horas hará que sientas las piernas más cargadas, y si hay moqueta, sentirás que las plantas de los pies te arden. Un poco de tacón (2-3cm) o una leve plataforma reducirán las secuelas de los kilómetros que te vas a hacer por el recinto. Lleva solo lo justo y necesario, no suele haber mucho espacio de almacenamiento y además, tendrás que cargar con lo que no uses, ¡y con el día que llevas! Así que hazte con un bolso cruzado o mochila para llevar las cosas que no pueden faltar en el kit de supervivencia de un profesional de eventos: móvil, tablet, ordenador, cargadores, power battery de repuesto, cinta adhesiva, agua, bridas, listado de teléfonos de contacto, rotuladores o bolis, cutter, tijeras, ibuprofeno, chicles, walkie, protector labial… y muchas ganas.
El cambio rápido en la trastienda. Llevas varios días vestido de faena, pero ha llegado el día del evento y tendrás que convertirte en un transformer, en pocos minutos, como si estuvieras en lluvia de estrellas, entrarás con tu ropa de trabajo por una puerta y saldrás como un pincel por la otra. Y con tu mejor sonrisa para recibir a los invitados. Todo lo anterior quedará atrás, tapado bajo tu elegante traje o vestido, como si hubieras nacido para pisar una alfombra roja (esa que acabas de terminar de colocar o limpiar hace unas horas).
El día D, de disfrutar. Ya está, llegó el esperado momento. Se abren las puertas, entran los asistentes y una sensación de satisfacción te invade. Aunque los nervios también acechan. Esto no ha hecho más que empezar y ya sabéis cómo son los directos, puede pasar de todo ¡modo alerta on! Pero sabes que estás preparado para actuar, resolver y triunfar. Llegados a este punto, se recomienda disfrutar, en la medida de lo posible (ya sabemos que no te relajarás del todo) observar los detalles y compartir tiempo con los asistentes. Y al final, con la sensación del trabajo bien hecho, llega uno de los mejores momentos. Cuando te reúnes con los compañeros de equipo y comentáis las anécdotas, eso de lo que nadie se ha dado cuente pero os ha puesto los pelos de punto, esas risas, los abrazos, los brindis… y los aprendizajes. Porque si hay algo que nunca cambia en los eventos, es que nunca se deja de aprender.