Concierto de Love of Lesbian, prueba piloto (y de fuego) para la vuelta de grandes eventos
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Una iniciativa de «Festivales para la Cultura Segura» en la que han participado los directores de los festivales Primavera Sound, Sonar, Cruïlla, Canet Rock, Vida y la promotora The Project, con el apoyo de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Todas las medidas sanitarias estaban supervisadas por expertos del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, tal y como hicieron con el concierto piloto en la sala Apolo. ¿El objetivo? Poder establecer un nuevo protocolo para la celebración de eventos en el contexto actual.
¿Cómo se organizó?
Para asistir no solo bastaba con tener la entrada, había que dar negativo en el test de antígenos previo, que se realizó el mismo día del concierto, desde las 8 de la mañana hasta las 16h, en las salas Razzmatazz, Luz de Gas y Apolo, pero también en el propio Palau Sant Jordi para los que no lo pudieron hacerla en los lugares habilitados. En el cribaje solo se detectaron seis positivos entre los más de 5.000 asistentes, que evidentemente, no entraron al evento.
Test de antígenos Sala Apolo
Con el fin de evitar aglomeraciones, la entrada fue escalonada. Los asistentes empezaron a llegar a las cinco de la tarde (el concierto empezaba a las 19h), para acceder a los tres sectores en los que se dividió el Palau Sant Jordi, con 1.800 espectadores por sector. Cada entrada tenía asignada una zona, y no se podría acceder a otras. La zona del bar (solo se podía consumir allí, no llevar bebidas ni comida al recinto) y la de los baños también estaban delimitadas para cada sector. Un protocolo de control de acceso exhaustivo, a través de una aplicación móvil, y la empresa Weezevent facilitó todo el hardware, 160 lectores de códigos QR, para validar las entradas y los tests, tanto en las salas donde se realizaron las pruebas de antígenos como en el acceso al recinto, de forma rápida y segura. La app contenía la entrada y el test negativo imprescindible para acceder, además de toma de temperatura en las puertas del Sant Jordi y entrega de mascarilla FFP2 obligatoria en todo momento.
En el interior, máxima importancia a la ventilación y a la limpieza constante con luz pulsada ultravioleta. “Se ha reforzado la ventilación de modo que la calidad del aire permita estar incluso más seguro dentro del Palau Sant Jordi que fuera», dijo Josep Maria Llibre (Hospital Germans Trias). Con respecto a la limpieza del recinto, antes y durante el concierto se habilitó un dispositivo especial de desinfección, de la empresa Ndavant, en las siete zonas para que los lavabos y todos los espacios de contacto (barandillas, pomos, puertas) estuvieran limpios. Un sistema de luz pulsada ultravioleta tipo C, a través del robot Xenex, que, según la empresa, elimina en menos de dos minutos el rastro de la Covid-19. Es el mismo sistema que utilizan en una decena de hospitales catalanes, como el Hospital Universitario de Bellvitge, el Hospital Universitario de la Vall d’Hebron o el Hospital de Sant Joan Despí Moisès Broggi. Todos los trabajadores que participaron en estas labores de desinfección y el resto del staff también se hicieron pruebas de antígenos.
La emoción de los eventos en vivo, insustituible
Muchos meses tras la pantalla, muchos eventos virtuales y conciertos vía streaming que sí, pueden estar muy bien hechos y ser entretenidos, pero somos humanos y nos gusta sentir la vibración de la música en las paredes del recinto, las luces del escenario, la energía que se genera entre los asistentes, la conexión.
Si el público estaba emocionado y feliz, para la banda Love of Lesbian fue uno de los conciertos más importantes de su carrera, y una gran responsabilidad también. El cantante, Santi Balmes, lo decía al principio: «el mundo nos está mirando». Había que disfrutarlo pero también ser extremadamente responsables y cumplir todas las normas. Tras la mascarilla FFP2, el público coreaba y bailaba con un entusiasmo inusual, ese que se siente cuando vives una experiencia como si fuera la primera vez. Tras más de un año sin sentir la música en directo, la emoción desbordaba el Palau Sant Jordi, alguna lágrima se escapó con alguna de las canciones de la banda barcelonesa, escritas mucho antes de la pandemia, que parecían ser la crónica del momento actual. Canciones como Nadie por las calles, Si salimos de ésta, Los males pasajeros o Allí donde solíamos gritar resonaron como un himno al ritmo de las palmas y las luces de los móviles que no paraban de disparar para inmortalizar este momento histórico. La imagen era impactante.
Foto Xavi Torrent
Hacer realidad este momento no fue fácil, por la complejidad en la organización del concierto y la logística sanitaria, cuyo coste fue de 200.000 euros. Aunque se prevé que entre 80.000 y 90.000 euros se salden con las entradas, el resto es una inversión por parte de los organizadores (festivales y otros actores de la música en vivo) con ayuda de la administración y patrocinadores. Un esfuerzo de la industria para intentar que los eventos presenciales vuelvan a ser posibles con las mayores garantías de seguridad.
¿Habrá control posterior?
No se hará una segunda tanda de tests después del concierto, pero la organización tiene previsto hacer un control posterior cruzando los datos de los asistentes con el sistema de salud pública. Habrá que esperar al menos 15 días para conocer los resultados de esta experiencia clínica que ha tenido una gran repercusión en los medios nacionales y también a nivel internacional, desde Le Monde o The Guardian hasta el New York Times y la cadena estadounidense CBS. Efectivamente, el mundo nos está mirando, esperemos que esta experiencia sea un esperanzador viaje al futuro de los eventos.