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Cómo poner un poco de salsa en tus webinars

Cómo poner un poco de salsa en tus webinars

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Reuniones online, webinars con mesas redondas entre 4 ponentes, cada uno en su cajita… zoom & co se han convertido en una fuente de inmensa pereza, de cansancio del público e incluso de los mismos participantes, desprovistos del ritmo, de la facilidad de conexión interpersonal, del body language… de un encuentro físico. No significa que no haya solución, de hecho veremos en nuestro virtual lab todo sobre cómo organizar encuentros virtuales o híbridos con impacto, y qué soluciones tienen los organizadores de eventos para ello, ¡apúntate! Ahora, a modo ligero, para ayudarte a sobrevivir a los webinars en los que participas, te damos unos retos que pondrán un poco de salsa en un mundo de enorme aburrimiento. Esperamos verte poner esto en práctica en los nuestros (sí, sí, sabemos que te aburres en los nuestros también…).

Tres palabras a pronunciar. Apuesta con un amigo que en el transcurso del debate pronunciarás tres palabras concretas. Puedes hacerlo fácil (“innovación”, “meeting design” y “mesa presidencial”) o más complicado (“cocaína”, “Blanca Nieves”, “swahili”). Sin duda perderás en calidad de argumentación pero no te aburrirás. Hacerlo sin que la gente se dé cuenta tiene mérito.

Cumular los tópicos de management. Durante tus intervenciones, tienes que decir el mayor número posible de tópicos. “Pensar fuera de la caja”, “renovarse o morir”, “la clave es la digitalización”, “pensar global, actuar local”, “el futuro es phygital”, “poner el empleado en el centro”, “el mundo nunca será como antes”. Este reto es fácil, de hecho muchos ya decimos todos estos en TODOS los webinars y nadie se da cuenta (al contrario: ¡pareces muy experto!).

Enamorarte de otra ponente. Cada vez que habla un/a persona en concreto, pon tu cabeza sobre la palma de tu mano en plan soñador romántico, con los ojos devorando la persona que habla. Cuando acaba, asientas lentamente con la cabeza. ¿A lo mejor encuentras pareja en el webinar?

Volver locos a los demás con el ritmo. Hablas normalmente, pero paras en medio de una frase pensando en lo que dirás a continuación… y cuando alguien interviene, gritas con enfado “NO HE A-CA-BA-DO”. Luego miras cuánto tiempo la gente aguanta con este silencio muy incómodo de tus intervenciones. Todo el mundo te temerá mucho…

Pedir ayuda. Con ojos fijos y cara de pánico, sigues hablando aunque con algo de nervios, y subes delante de la cámara un papel que pone “¡Ayúdenme!”. La idea obviamente es que te está pasando algo grave pero no puedes decirlo. ¿Qué reacción podrán tener los otros participantes? (no tengo la idea de la reacción que podría tener yo…). Aunque pensándolo, no lo hagas, que a lo mejor 10 minutos más tarde la policía te revienta la puerta…

Reírte en cada intervención. Los otros hablan, y cuando tomas la palabra después de otra persona (que ha hablado de forma absolutamente seria), sueltas una pequeña risa y dices, “sí, sí, muy bueno” y sigues con tu intervención. Puedes ir más lejos añadiendo un “…pero hablando en serio ahora…” y sigues. Provocarás perplejidad y dejarás a los otros participantes sin medios.

Todos los ponentes viven en un mundo diferente al de la víctima. Os ponéis de acuerdo entre ponentes y todo lo que comentáis sugiere un contexto radicalmente diferente a la realidad. Por ejemplo, todos afirmáis como una evidencia que será un buen año para el sector de eventos y que vais a tener un ejercicio de récord. O que ya la vacuna se está distribuyendo aunque no se publique, que la habéis tomado ya.

Ser el más culto del mundo. Sueltas referencias complejas (falsas, of course), como si fueran obvias, tan obvias que nadie confesará no entenderlas. “Es evidente que la solución es pensar como Bukowski”, “todos sabemos lo que el Bauhaus dice al respecto”. Si alguien te pregunta, pon una cara de cansancio ante tal ignorancia, y dile que le contarás pasado el debate (sugiriendo que no podemos frenar el conocimiento general por su ignorancia).

Poner proverbios en todas tus intervenciones. No tienes que inventar nada: aprovecha siglos de sabiduría popular, y sé más inteligente salpicando tus intervenciones de “sabe más el diablo por viejo que por diablo”, o “vísteme despacio, que tengo prisa”. En un buen webinar de una hora, tienes que poder colocar una quincena. No te preocupes, son verdades universales, que siempre aportan algo.

Ponerse metafísico. Estás en un webinar para hablar de digitalización en recursos humanos, pero tú te colocas encima de los demás. Estamos en un momento de pandemia y tú sabes que solo importa el factor humano. Así que cuando los otros hablan de software y de planes de carrera, tú hablas de la dimensión sagrada de nuestra humanidad, de la belleza del grupo humano, de la emoción de hacer un proyecto juntos. Con esto, tomas altura y todo el resto es insignificante: ¿quién quiere hablar de software cuando está en juego el futuro de la humanidad? Si sueltas una lágrima, pues mejor aún.

Helarte siempre que te toca. Cada vez que se te hace una pregunta, permaneces absolutamente inmóvil, helado, y escuchas los comentarios tipo “ah, Fulanito tiene un problema técnico”. En cuanto pasan la palabra a otra persona, te mueves y empiezas a contestar. Pero claro, tras 3 palabras te hielas de nuevo. Y 20 segundos más tarde vuelves a moverte con una frase sugiriendo que has dicho algo super interesante, por ejemplo “… y os prometo, esta es la solución per-fe-cta”, o “y esto me parece absolutamente alucinante”. El reto es aguantar todo el webinar así, no es fácil.

Ahora, te dejamos llevar esto a la práctica, veremos en nuestros próximos webinars quién aplica estos trucos.

 

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