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¿A qué suena tu evento?

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Por Elena Lea Aunque muchas veces no somos conscientes de ello, estamos de forma constante rodeados de sonidos: conversaciones, música, tráfico, ruidos, etc. Independientemente del nivel de decibelios que alcancen estos sonidos o de si la contaminación acústica forma parte de tu vida, los sonidos que nos rodean nos afectan y determinan nuestro comportamiento. En un evento, muchas veces nos centramos solamente en elegir la música y una playlist acorde con el concepto del evento. Por supuesto, evitamos que el ruido exterior se cuele en nuestra sala de reunión, pero ¿has pensado en cómo los sonidos que hay en tu evento pueden influir en tu asistente? y no solo nos referimos a la música.  Dentro del universo de inspiración e ideas que son las TED Talks, hemos encontrado la del gurú del sonido aplicado a la comunicación y el branding, Julian Treasure. Hemos desgranado algunos aprendizajes aplicables a eventos que pueden ser interesantes.

En su charla, ‘The 4 ways sound affects us’, Julian Treasure repasa los cuatro niveles en los que el sonido llega a impactarnos: 

A nivel fisiológico cualquier sonido que recibimos hace que el cerebro segregue diferentes hormonas, como por ejemplo, el cortisol que nos pone en alerta, además de afectar al ritmo cardiaco, la respiración, etc. ¿Has pensado en utilizar el sonido de las olas del mar como ruido de fondo en los coffees o de cantos de pájaros entre sesiones? Son sonidos como estos o el del agua corriendo o el del viento, que pueden calmar a tus asistentes y mantenerles centrados y predispuestos a la concentración. 

A nivel psicológico podemos pensar en el claro ejemplo de la música y cómo nos afecta en las emociones. En este punto todos recordamos de la anécdota de Pep Guardiola y cómo elegía el Viva la vida de Coldplay en los minutos antes de los partidos del Barça para que la plantilla saliera motivada y con actitud ganadora al campo. Sin embargo, los sonidos de la naturaleza también afectan a nuestras emociones. Por ejemplo, el canto de los pájaros que mencionábamos antes, la mayoría de la gente lo asocia con un sentimiento de calma. Esto es así porque a lo largo de la historia hemos aprendido que cuando los pájaros cantan, todo está en calma; si paran de cantar, es que hay una amenaza. 

Cognitivamente los sonidos también nos afectan. El ruido de varias conversaciones a la vez, gente a tu alrededor hablando por teléfono o conversaciones de pasillo mientras estamos trabajando en una reunión bajan nuestra productividad y grado de concentración. Un dato que nos lanza Treasure es que las personas que trabajan en espacios abiertos son tres veces menos productivas que las que trabajan en despachos cerrados. Llevado al campo de las reuniones, ojo con abusar de la flexibilidad de los espacios, especialmente cuando formamos grupos de trabajo. Generalmente buscamos zonas abiertas, cómodas, donde poder moverse fácilmente, cambiar de lugar sillas, para que fluya la creatividad, pero debemos buscar el equilibrio con que no sean espacios ruidosos, para que la concentración y productividad no se escapen. 

Nuestro comportamiento también se ve modificado. Alguien que conduce con música tecno tiene muchas posibilidades de que la aguja del acelerador suba de los 50km/h. De la misma forma, te alejas de sonidos desagradables y te acercas a los que te son más placenteros. En el ámbito del retail está comprobado que las ventas bajan un 28% ya que los compradores abandonan antes un establecimiento que tiene una música o ambiente sonoro desagradable para ellos. Así que en tu evento, piensa si el exceso de ruido, la música demasiado alta o simplemente el sonido ambiente puede llegar a resultar molesto a tu asistente. Párate a reflexionar si la música o el sonido en tu evento es congruente con lo que quieres comunicar y va de la mano de la comunicación visual del evento (si es congruente refuerza el impacto en un 1.100%, si no lo es lo reduce un 86%). Otros aspectos a considerar: si es adecuado con el momento, el estilo y tono del evento; y si aporta valor, si suma algo, no bombardear con sonido por bombardear.

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