¿Se acabó el lujo?
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Sin duda es una de las preguntas más importantes para el futuro de nuestro sector: ¿el asistente de mañana, la empresa de mañana consumirán lujo o no? La respuesta condiciona los servicios que tenemos que concebir, los hoteles que tenemos que construir y la ecuación económica de las compañías aéreas cuya (baja…) rentabilidad depende estrechamente de la business class.
Del lado pesimista, un estudio de Amadeus y the Economist Intelligence Unit predecía hace unos meses una «edad de la austeridad»: destacando que el 28% de los ejecutivos declaran que bajarán de categoría de hoteles, evitando 4 y 5 estrellas, el estudio prevé una fase en la cual las funcionalidades serían más importantes que el lujo, y los presupuestos muy controlados.
Sin duda estamos en esta fase y allí estaremos unos cuantos meses más. La buena noticia nos viene de la naturaleza humana, que siempre ha ido subiendo de nivel de lujo en su historia. Cabe pensar que cuando los bolsillos estén un poco más llenos, volveremos al spa y a la suite. Pero hasta entonces, preparémonos y busquemos adaptaciones creativas a la economía.