A veces para aprender, basta con recordar
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Recuerdo aquel paseo por la playa, ¡Qué buen ratito pasamos! Estaba atardeciendo, la arena seguía caliente y el sol no dejaba de brillar. Mientras hablábamos, recordaba todos estos años, donde comenzamos haciendo “nuestros sueños realidad”, ¿te acuerdas cuando estábamos preparando el teatro en Swahili? y que momento mágico cuando escuchamos aquella oración Masai, casi en silencio comenzamos a levantar la escuela, otro instante único fue cuando nos tiramos en paracaídas o cuando escalamos aquel glaciar, tantas risas, tantos silencios, tantas miradas de satisfacción.
Luego hablamos de cómo aprendimos a “utilizar el mundo como una herramienta de marketing”, a ver en las personas, en su cultura, en su manera de vivir, una forma diferente de interrelacionar, su vida con la nuestra, que enriquecedora experiencia.
“Trabajar con valores” ahora no sabría caminar sin ellos, que difícil debería ser para el equipo poder caminar, si no estuviera definido “nuestro carácter”, que difícil les sería poder tomar decisiones en cualquier momento.
Y esos instantes difíciles, en los que alternamos grandes golpes, con otros peores, esos momentos donde uno no encuentra su “swing”, ese golpe mágico que cada uno llevamos dentro, ese golpe diferente a todos los demás, ese que solo tú puedes dar.
Aunque muchas veces no lo encontremos, merece la pena jugar, “juego por los momentos que han de llegar buscando mi lugar en el campo (de la película la leyenda de Bagger Vance)
Me doy cuenta que durante estos años, hemos crecido muchísimo, entonces miro de nuevo al mar y veo nuestro barco que esta dispuesto a seguir navegando, a llegar más lejos que nunca, el sol está apunto de caer ¡que gran momento! Me quedo en silencio y me pregunto ¿por qué?… al cabo del tiempo, casi cuando el sol va a desaparecer, encuentro la respuesta….¡¡y por qué no!!