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El post de esta semana surge a raíz de una reunión con un compañero de viaje desde hace muchos años,  resulta que una de mis últimas decisiones como Director General de la empresa de la cual somos ambos socios, fue una de las más polémicas dentro de mis 10 años ocupando este cargo, paso a […]

El post de esta semana surge a raíz de una reunión con un compañero de viaje desde hace muchos años,  resulta que una de mis últimas decisiones como Director General de la empresa de la cual somos ambos socios, fue una de las más polémicas dentro de mis 10 años ocupando este cargo, paso a relataros la historia, la cual todavía escuece.

 

Llevaba muchos años detrás de un cliente, que habíamos perdido en una etapa anterior,   era como un reto volver a recuperarlo, no es que estuviera siendo comercialmente  pesado, pero cada dos años siempre me acordaba de hacerles una visita o una llamada, resulta que unos meses antes de dejar la Dirección General, este cliente después de una de mis visitas,  me dijo que quería en unas semanas venir a verme a mi despacho, me quede un poco sorprendido pero desde luego parecía que sería una buena noticia.

 

Vino y así fue,  me dijo en una reunión con varios compañeros,  que había muchas posibilidades de que nos confiaran su incentivo para el próximo año, pero con una sola condición,  que yo estuviera presente. En esos momentos no podría pensar que algunos meses después  decidiera dar un nuevo paso,  por eso le di mi palabra que salvo enfermedad, estaría presente, fue una gran alegría, después de tantos años…

 

Pero al tomar la decisión de dejar la Dirección General y de apoyar a mi empresa desde otro lugar, (de la cual soy el máximo accionista y ahora colaboro desde el comité de dirección),  al dar un nuevo rumbo a mi vida laboral, en esos momentos no tenia la total seguridad de poder cumplir mi palabra, así que me fui a verle y se lo dije, que tomaba nuevos rumbos y que antes de que nos confiaran definitivamente un muy “goloso” viaje de incentivo quería que lo supiera.

 

Esta decisión hizo que en mi propia compañía, se indignaran conmigo, “les había dejado vendidos”,  y es verdad que el cliente en ese momento dudo, de tener una decisión que  a mí entender tenia tomada, dejó de estarlo, me agradeció la sinceridad, creo que se quedo un poco confuso, lógicamente les asegure que estaban en las mejores manos, “diferentes” ya que cada persona tiene sus manera de hacer as cosas, pero inmejorables, pero se quedo muy contrariado.

 

Da la casualidad que gracias al buen hacer, a su profesionalidad y al gran coraje de mi compañero de toda la vida, (es un crack) al final conseguimos que nos confiaran el viaje, da  la casualidad que ahora además puedo acompañar este viaje,  no obstante mis antiguos compañeros siguen dudando de esta decisión,  es verdad que ha sido un milagro recuperar la cuenta.

 

El otro día como salio de nuevo el tema,  se lo dije de nuevo, que lo volvería a hacer,  y que además nosotros debíamos de estar bien orgullosos de este suceso como ejemplo dentro de nuestra empresa, por un lado de honestidad y por otro de coraje y buen hacer al recuperar la cuenta, el no lo ve tan claro, así que lo dejo a vuestra consideración,…

 

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