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Por qué nuestras administraciones dedican más atención a las manicuras que a los congresos

Por qué nuestras administraciones dedican más atención a las manicuras que a los congresos

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Eric Mottard
La cultura, nueva mina de oro de experiencias   ¿Cuánto pesa nuestra industria?   Los organizadores se mantienen optimistas para el 2025 pero piden más flexibilidad
Dentro de la absoluta falta de interés de nuestras administraciones por el sector MICE, resulta llamativa la diferencia de interés y tratamiento entre sectores. Las manicuras están ahora permitidas, pero los congresos, prohibidos en Cataluña. Cuidado: me alegro por las manicuras, que seguro que habrán debidamente definido sus protocolos. Pero sin duda nuestro sector los ha definido también y ha mostrado su responsabilidad, y a pesar de ello, no merece la atención de nuestros gobernantes. El motivo parece claro, y MUY preocupante: las manicuras (y también los conciertos, el deporte, las exposiciones, las misas) son B2C, algo que nos afecta en nuestras vidas privadas, cuando los eventos profesionales son B2B. Una manera de pasar por alto la actividad de las empresas que nos puede preocupar en un momento de necesaria reactivación. Por Eric Mottard

Sabemos que los políticos en democracia se fijan ante todo en el potencial electoral de sus medidas, y se movilizan cuando la gente pone en sus redes sociales que ya no poder ir a la pelu o a hacerse la uñas les parece un recorte de libertades intolerable. Y tendríamos que saber (ingenuos, nos olvidamos…) que las actividades profesionales no generan la misma pasión, las mismas conversaciones entre vecinos, el mismo crédito / débito electoral. Esto parece pesar mucho más que la importancia económica de una actividad. En un momento en el cual la buena actividad empresarial tendría que ser la prioridad para relanzar la economía, esto no deja de dejarme perplejo. Que movilizar una fuerza de ventas, enseñar novedades sanitarias, o establecer relaciones comerciales en una feria sean vistos como secundarios, indica una ignorancia o falta de preocupación de nuestros políticos por el funcionamiento de la economía.

El drama absoluto hoy está en Cataluña, donde la Generalitat anunció la semana pasada medidas de prohibición de los eventos profesionales (las actividades profesionales, incluyendo eventos, están permitidas en Madrid y parte del resto de España, por suerte). Pero el retraso en la definición de normas del ICTE para MICE (los campings eran más prioritarios, al parecer) sugiere un problema más general de falta de preocupación. Algo quizás normal cuando sabemos que lo que hace falta para llegar a la cumbre en política es más bien patearse meetings y saber hacer promesas en mercados, que entender cómo funciona una empresa. Y cuando la clase política catalana (y en parte, española) no destaca por su preocupación por la actividad económica.

Recordemos una vez más: los eventos son…

  1. Responsables. Lo hemos dicho hasta la saciedad. El balance de los eventos MICE en estos meses es impecable. Protocolos definidos, asistentes en un marco profesional y por tanto más responsables que en su vida privada, trazabilidad total y una agencia responsable al mando. Y se pueden definir normas que sin duda, las empresas aplicarán religiosamente; ninguna quiere saltarse la ley y enfrentarse a una responsabilidad o a un escándalo.
  2. Esenciales en la vida de las empresas. Una empresa necesita ferias donde vender, convenciones donde asegurar que su equipo está motivado y formado, lanzamientos de producto donde acelerar el desarrollo comercial de sus productos. Sin hablar de la importancia de los congresos para el imprescindible conocimiento científico. Como vemos en un informe que publicaremos en breve sobre los impactos de los eventos, LOS EVENTOS SON EL CATALIZADOR ABSOLUTO DE LA VIDA PROFESIONAL.

A esto se suma una falta de comunicación y de concertación absoluta. Cuando hablamos con miembros de (o cerca de) la administración catalana, destacan la ausencia de escucha y preocupación de las administraciones por definir normas para el MICE. Sí, sí, conocer un sector requiere tiempo. “No lo entiendo, y no supone votos” parece ser la actitud. Una lástima cuando todo un sector estaría más que encantado de participar en la definición de normas responsables.

Solo veo un posible motivo racional a esta absurda prohibición específica de los eventos MICE de la Generalitat de Catalunya: un evento profesional supone unas cuantas horas en una sala, bastante más que en un concierto. Y está hoy muy claro que la acumulación de aire contaminado en una sala es el enemigo número 1, una verdad incómoda que ya te explicamos. Sin duda tenemos que integrar este riesgo en el diseño de los eventos. ¿Por qué no definirlas, simplemente, en colaboración con profesionales de eventos? Hay soluciones: aforo limitado, sesiones más cortas, coffee breaks largos fuera de la sala, ventilación, quizás máquinas de purificación. Esto sería un poco de trabajo, pero decenas de miles de empleos en MICE, y sobre todo la reactivación de las empresas, quizás lo merece aunque no sea un tema que mi vecina tendrá en cuenta a la hora de votar.

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