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La vergüenza

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Eric Mottard
La cultura, nueva mina de oro de experiencias   ¿Cuánto pesa nuestra industria?   Los organizadores se mantienen optimistas para el 2025 pero piden más flexibilidad
Dos sentidos a este titular. Primero, vergüenza ante un ejercicio de periodismo que me parece… pues esto, vergonzoso. Muchos habéis leído un artículo titulado “Illa, varios ministros y la cúpula del PP se van de fiesta con Pedro Jota, saltándose todas las restricciones” (el morbo sigue teniendo un poder viral impresionante) publicado en Libertad Digital. Un artículo de ataque a políticos por un evento en el cual participaron. No tengo cariño por el mundo político, pero este artículo (de una mala fe impresionante) siembra una confusión que no podemos dejar pasar. Segundo sentido: quien participa en un evento profesional no puede avergonzarse de ello. La disculpa del ministro Illa, que parece aceptar que ha sido incorrecto, también es asombrosa. Si la ley (muy restrictiva, como tiene que ser hoy) autoriza algo, no hay que avergonzarse, y no podemos caer ante una especie de terrorismo intelectual que vería los eventos como algo inaceptable. Como sector, como colectivo, como actividad humana esencial, tenemos todavía mucho trabajo de comunicación, sensibilización, defensa del evento responsable (como verás de forma crujiente al final de este artículo). Por Eric Mottard

Hablaré poco del artículo, que no merece ni un link. Una obra maestra de mala fe, que no exagera algo, sino que crea un supuesto escándalo a partir de NADA. No parece que estos políticos se hayan saltado ningún protocolo, pero el título grita que se los han saltado “todos”. ¿De NADA a “todos”? ¿Esto es el periodismo moderno, así de lejos hemos llegado en la caza de los clicks? Por suerte, el artículo se contradice a sí mismo: sugiere que el escándalo viene de que la norma limita a 6 personas las reuniones pero aclara él mismo que este límite se aplica a eventos sociales. Y en este caso, es un evento profesional (espero para ellos que la idea de “fiesta” de nuestros políticos sea otra que esta cena…). Resultado: un encuentro legal, hasta que haya información, datos en otro sentido, que quizás no tengo (y tampoco parece tener este periódico). Y tenemos que decirlo, gritarlo, explicarlo una y otra vez.

Totalmente legal, como la comida de OPC Spain a la cual asistí el jueves pasado, con 120 personas y que fue otro evento profesional (amigos OPC, os quiero mucho y me lo he pasado muy bien en esta comida, pero no la pongo en la categoría de “fiesta”), y donde se cumplieron los protocolos de forma muy seria. Y un sinfín de eventos a los que he tenido el gusto de asistir desde julio y donde, francamente, los profesionales se portan de forma impecable.

¿Parece injusto que un evento profesional pueda celebrarse cuando uno social no puede? Lo entiendo. Pero no es que nuestros gobernantes tengan un amor especial por el MICE (¡nos gustaría!), sino porque, simplemente, la gente en un marco profesional se porta de forma mucho más seria que cuando van a ver a sus amigos del futbol. Hay un organizador profesional, generalmente una agencia que define y aplica con rigor los protocolos; los humanos tenemos unos códigos de comportamiento más responsables en un marco profesional. Con los medios de comunicación que tenemos, si los eventos profesionales incumplieran los protocolos, os prometo que lo habríamos leído. Que en estos últimos 6 meses, no haya salido ningún incumplimiento caracterizado, es muestra de esta impecable responsabilidad de los eventos profesionales. Cuidado: no podemos descansar. Esta responsabilidad, la tenemos que mantener o incluso mejorar, pero tenemos que comunicar, recordar que los eventos profesionales son, simplemente, uno de los sitios más seguros del mundo. Último ejemplo: el jueves 29 de octubre, en la Gala de los Premios Efi de la Asociación Española de Anunciantes, con cientos de profesionales del mundo del marketing, de nuevo me sentí más cauto y en un entorno más seguro que casi cualquier otro.

Como profesionales de eventos y comunicación, tenemos que entender el contexto social y mediático y quizás no sorprendernos de leer estas cosas… Pero tenemos que explicar, argumentar. Si no lo hacemos el lector de este tipo de artículos piensa que no se pueden reunir más de 6 personas nunca, o piensa que la excepción del evento profesional es un privilegio indebido. No: es una autorización que es a la vez posible (por la responsabilidad que tiene el evento profesional) y necesaria (por el efecto del evento profesional, que permite formar, tener equipos motivados, vender, comunicar… cosas esenciales para la recuperación económica). Tenemos que saber explicar lo que hacemos, cumplir las normas de forma indiscutible y en este marco, vernos, comunicar, formar, motivar, vender. Que acabemos con un miedo ante la perspectiva de que un periodista con afán de escándalo nos saque en su publicación sería una derrota moral y de negocios terrible.

En cuanto a las disculpas del ministro Illa, envían un mensaje peligroso en un país que tiene que encontrar la manera de compaginar sanidad y cierta actividad (creo que muchos se dan cuenta hoy de que encontrar este equilibrio es clave para nuestra economía y sociedad). Tenemos que ver la actividad responsable, encuentros con protocolos y prudencia, como algo positivo; tenemos que cumplir la ley sanitaria de forma absolutamente rigurosa, pero en este marco, tenemos que trabajar.

Nos queda trabajo de comunicación. Como anécdota divertida, la última resolución de la Generalitat de Catalunya incluye una sección sobre “Congresos, convenciones, ferias comerciales y fiestas mayores”, donde habla de todos estos tipos de eventos como si fueran todos iguales (¿un congreso y una fiesta mayor?). Mejor aún: incluye también “los mercados no sedentarios”. Pues esto, tenemos trabajo.

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