Un incentivo glamouroso por la Costa Azul
Compartir noticia
Escuchar
Un grupo más pequeño, formado por las 40 personas que trabajan en la sede que la empresa tiene en Holanda, y por otro, un grupo más amplio con las 100 personas que trabajan en Alemania y Suiza. Todos ellos disfrutaron de un programa exclusivo con el que la compañía les quería agradecer y premiar por ser los mejores vendedores. Un viaje para descubrir la cultura, las gastronomía y el patrimonio de la Côte d’Azur, con una actividad deportiva muy típica de la zona. Comenzaron por Grasse, la capital mundial del perfume, y visitaron Galimard, una de las tres casas de perfumes más emblemáticas, en la que también se elabora una prestigiosa jabonería casera. Allí descubrieron los secretos de un buen perfume, cómo se hace, qué flores son las más utilizadas, y muchas curiosidades acerca del arte del perfumismo. Después se adentraron en los jardines repletos de flores, acompañados por un especialista que les iba explicando la historia de cada una y las peculiaridades de su aroma. Estos jardines conducían al Museo Internacional de la Perfumería. Un lugar simbólico de 3.500m2 dedicados al mundo de la perfumería en todos sus aspectos -materias primas, fabricación, industria, innovación, comercio, diseño-, desde la antigüedad hasta hoy, recorriendo los cinco continentes en base a tres ejes: seducir, cuidar, comunicar.
La experiencia continuó recorriendo las ciudades y pueblos más emblemáticos de la Costa Azul como Eze, Fréjus, Villefranche Sur Mer, Mónaco, Cannes y Mougins, el pintoresco pueblo que encandiló a Picasso y en el que vivió la última etapa de su vida. Esta ruta incluyó la visita a una de las bodegas que salpican la Provenza francesa, Domaine de Barbossi, para degustar sus vinos, conocer las instalaciones y sumergirse en la cultura del vino francés.
El viaje continuó con una excursión a la isla Santa Margarita, lugar donde se sitúa la “Leyenda de hombre de la máscara de hierro”, un misterioso personaje francés de los siglos XVII-XVIII, que fue encarcelado por razones desconocidas en la prisión de la Bastilla con su rostro cubierto por una máscara de hierro. Siguiente parada en la ciudad de Niza, en la que además de visitarla, acabaron jugando a la petanca (esté fue el momento deportivo del viaje) en el prestigioso club “Chateau de la Coline”, ubicado en una montaña con vistas al Paseo de los Ingleses. Para reponer fuerzas tras la “competición”, degustaron un cóctel elaborado con productos típicos de la región. Para finalizar y despedirse, una cena de gala en Parc Lenotre Mougins puso el broche de oro a este viaje donde la experiencia fue más allá del glamour.