El renacimiento del Imperio, un incentivo en San Petersburgo
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Para darles la bienvenida, en el hotel prepararon la ceremonia “Bread and Salt”, una antigua tradición rusa para saludar a los invitados donde se les ofrece “Karavy” (un pan con sal) acompañado de vodka, champán y aperitivos, al ritmo de la música folclórica rusa. Y después de un breve descanso , salieron a visitar la ciudad y a cenar en el restaurante Russian Empire.
El primer día comenzaba con la visita a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, la Catedral y el Museo Hermitage, donde abrieron el Salón del Pavo Real en exclusiva para ellos. Tras esta inmersión histórica, un concierto de música clásica y cena en el restaurante Mansarda. Otra de las visitas imprescindibles es la del Palacio Peterhof (la antigua residencia del Zar) que, junto al de Versalles en Francia, son los palacios más increíbles y ostentosos del mundo. Peterhof es un enorme complejo de más de mil hectáreas, con grandes parques junto al golfo de Finlandia. Para volver a San Petersburgo, el grupo se embarcó en un hidrofoil privado que sale del puerto que tiene el propio Palacio.
Los vestigios del imperio estaban presenten en todas las visitas, pero Nuba completó este incentivo con una parte más experiencial que comenzó con una gincana por la ciudad, la Volga Rally, llena de pruebas para descubrir rincones, secretos y leyendas, que finalizaron en el campo de Marte, donde les estaban esperando los coches soviéticos Volga vintage. Y ahí continuaba la aventura. Cada grupo tenía que indicar al chófer cuál era la ruta correcta para llegar al restaurante Stroganov, pasando entre los monumentos de San Petersburgo. Para ello tenían un mapa (en ruso) y la ayuda de los transeúntes que se encontraban a su paso, que en su mayoría también eran rusos. Todo un reto que superaron para poder llegar al almuerzo. Después, traslado en carrozas de caballos al Palacio Yusupov abierto en exclusiva para el grupo, en cuyo teatro disfrutaron de un espectáculo de ballet y un cóctel en el salón de baile, previo a la cena en el salón de las columnas blancas con cuarteto de música clásica. Así finalizaba este incentivo de lujo en la Rusia de los zares donde pudieron vivir y el renacimiento del Imperio.