El reveal del nuevo Mercedes fue todo un juego de niños
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Concesur y Fervial, los concesionarios encargados de la presentación en Sevilla del nuevo Clase B de Mercedes, abrieron juego desde la entrada del Cartuja Center CITE con un hall que reproducía una pista de Scalextric, allí un maestro de ceremonias poco convencional (un soldado de juguete como el de Toy Story) era el encargado de dar la bienvenida a los asistentes en e introducir el momento reveal. Para su puesta en escena se montó un muro de piezas de Lego gigantes y sería el propio vehículo el que hiciera su aparición estelar derribando la pared de Lego.
A continuación los asistentes sortearon las piezas de Lego para ver cómo el vehículo recorría la pista de Scalextric haciendo paradas en escenarios muy ochenteros (había que llegar a los niños de los 80’ que ahora son padres de familia y buscan coche familiar): indios y vaqueros, máquinas de arcade, el mítico Pac-Man, etc.
El catering también fue un divertido juego
En esta “zona de juegos” se sirvió también el cóctel para los 300 asistentes, que igualmente siguió el hilo creativo del juego y la temática de los 80. Echando abajo una de las frases más repetidas por nuestras madres cuando éramos pequeños: “con la comida no se juega”; se planteó el catering como un juego en el que los asistentes serían los protagonistas teniendo que ir pasando por distintas zonas de juego y disfrutando como niños. Al comienzo del servicio se les daba una hoja con las reglas del juego y solo tenían que divertirse. Por ejemplo, las mesas buffet invitaban a que los propios invitados acabaran algunos de los aperitivos, siendo los conocidos Clics de Playmobil los que daban las indicaciones de cómo acabar las tapas.
Los aperitivos estaban presentados en soportes poco convencionales como libros de texto de la EGB, cintas casette, carátulas VHS y tableros de juegos de la Oca, el parchís, etc. Las mesas estaban además decoradas con juegos de la época como trompos, canicas y cubos de Rubik. Detrás de cada punto del buffet había una pizarra de colegio donde estaba escrito como cuando nos castigaban a escribir 50 veces una misma frase, en este caso: “con la comida sí se juega”.
La ensaladas, menos apetecibles que el corner de ibéricos y showcooking, también se apuntaron al juego convirtiéndose en divertidas cápsulas que debían ser agitadas por los asistentes para activar el aliño. En la zona de postres no podía faltar el familiar “leche, cacao, avellanas y azúcar” y chuches de chocolate variadas.