Hablamos con una embajadora del Madrid Convention Bureau
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¿Por qué eres embajadora de Madrid?
Bueno, eso es un honor que a uno le conceden. Como médico, yo nunca he podido pensar que pudiera ser nombrada embajador de una ciudad. Llevo 22 años viviendo en Madrid, no he nacido en ella… El honor de ser otorgado embajador es algo que no se busca. Me lo ha dado gente tremendamente generosa, especialmente con motivo del congreso ESTRO (sociedad europea de radiología oncológica) durante la pandemia.
Podrías vivir tu vida, no preocuparte por este mundo de los eventos, así que entiendo que hay una voluntad de ayudar a una ciudad que adoras, contribuir a su desarrollo, a su reconocimiento…
Sí, sin duda, pero también me aporta mucho: nuestra actividad se hace dentro de un hospital y con un paciente al otro lado de la mesa, pero cuando te sacan de esa zona de confort, te genera orgullo y entusiasmo. Se trata de aportar algo para una ciudad, no solamente para las personas que participamos en un congreso (que para nosotros es una actividad importante, en la cual nos actualizamos, sacamos ideas nuevas), sino de influir en la ciudadanía, en gente que no tiene ninguna relación con la palabra cáncer, y te planteas sentarte delante de una libreta y proponer una serie de ideas para mejorar la sociedad. Es apasionante…
Esto entiendo que da al hecho de apoyar un congreso una relevancia muchísimo mayor, porque salváis vidas con este concepto de legado.
Mucho. En este congreso era la primera vez que ESTRO proponía esta idea de legado. Se trataba de buscar una serie de acciones que permeen en la sociedad, de forma prolongada en el tiempo. Cuando presentamos la candidatura, España estaba a la cola de tecnología de radiología oncológica. Así que el congreso tenía que ayudar a conseguir inversión en equipos. Entre otras cosas gracias al congreso, España va a pasar de ser el tercer país en tecnología por debajo a ser uno de los primeros. Un congreso tiene mucha capacidad de influir, de traer la atención en la disciplina en cuestión.
Quizás en nuestra profesión estamos más acostumbrados a influir en la persona que tenemos enfrente de nosotros, pero esta experiencia nos ha demostrado que podemos influir a nivel de la sociedad. Se crearon una serie de vídeos informativos donde se explicaba no el componente profesional o técnico, sino la empatía, el cariño, el cuidado, la atención personalizada.
Teníamos muchas ideas para hacer físicamente, pero al final tuvo que ser una comunicación más virtual, porque no se podía salir del entorno de la casa o del hospital. Se divulgó muchísima información en redes, que era una forma muy poderosa de llegar a la gente, sobre todo en un momento que todo el mundo estaba metido en su casa, para compartir lo que era esta palabra y cómo la podíamos combatir y quiénes están detrás, que también es humanizar la palabra, es una forma de humanizar la palabra, mostrando al que tiene detrás.
Entiendo que analizáis una serie de variables que contribuyen a la buena utilización de la radioterapia: los equipos técnicos (número de máquinas por paciente), la formación de los médicos, la sensibilización social y el hecho de que los médicos referencien correctamente hacia este tipo de tratamiento. Y que aprovecháis el hecho de que viene a Madrid el mundo de la radioterapia oncológica, y esto os ayuda a sensibilizar, a conseguir inversión, a generar vocaciones, a conseguir esta sensibilización social…
Un congreso internacional ayuda a la ciudad a nivel económico, porque muchas personas llegan a una ciudad, la viven, se alojan, gastan… pero lo que puede hacer que ese congreso marque un cambio duradero es el legado. Una noticia en prensa no tiene el impacto que pretendemos, hace falta trabajar un proyecto de legado. Por ejemplo, el congreso ayuda a escalar las cosas a los políticos. El hecho de que se haga el congreso facilita tener la atención del político. Es mucho más difícil hacerlo si no hay el Congreso, si no hay esta excusa, mediática, política.
¿Qué hace un embajador? Entiendo que había una necesidad de identificar a, y contactar con, los actores locales (políticos, medios, etc.) en Madrid, y otra parte es hacia la sociedad a nivel internacional, de apoyo a la candidatura y facilitación de que el evento se haga aquí. ¿Es un trabajo más hacia Madrid o más hacia Bruselas (sede de ESTRO)?
Sin duda alguna, en Madrid. En aquel momento tuve dos interlocutores que me ayudaron y que trabajamos muy próximamente. Una persona puesta por ESTRO, otra persona del Madrid Convention Bureau. Y esa unión de tres personas hizo que pudiéramos hacer todo el trabajo que hicimos en momentos muy complicados y que pudiera al final ver verse los resultados y que todavía estamos trabajando en mejorar, pero sobre todo en inversión, que era lo que más se necesitaba en España. No hubiera sido posible el legado sin cada uno de nosotros, porque yo que no pertenezco a este mundo de los eventos, y había partes que otras partes no controlaban – la unión hizo que los tres pudiéramos acabar en esto.
Es fácil conectar con los stakeholders, personas implicadas, que pueden ser mediáticos, políticos, empresas, quizás científicos de otras disciplinas. ¿Son receptivos o es complicado cuando todos estos tienen mil cosas por hacer?
Es muy difícil, porque hablamos de personas que tienen una serie interminable de obligaciones. Además, es difícil comentar este concepto nuevo que es el legado, que no todos entienden en seguida. Por esto precisamente, el legado tiene que ser divulgado con mucha más fuerza, porque es lo que marca la diferencia de ser una ciudad que atiende un congreso a una que mejora gracias al congreso. En Madrid, los hoteles están llenos, y es magnífico… pero estamos trascendiendo todo esto. Estamos haciendo que todo esto tenga una implicación positiva en el futuro próximo. El legado permite influir en personas con capacidad de decisión utilizando datos, sobre todo datos europeos más bien que limitándose con una perspectiva solo española.
Además, el legado es una forma de generar una medicina que se anticipa a los problemas. Primero porque a la hora de hacer el congreso, nos hemos anticipado a los cambios que serían necesarios mañana (inversiones, formación, etc.) y así podemos solucionarlos, algo que lleva tiempo. Pero también porque los proyectos de legado a menudo incluyen acciones de sensibilización de la población antes de que sean pacientes. El paciente ya tiene el problema, y se trata… pero hasta que enfermen, mucha gente no se preocupa. El legado permite sensibilizarles.
Entiendo que el congreso permite focalizar las energías durante este tiempo, pero ¿un proyecto de legado tiene un impacto unos años, que cuesta mantener?
Sí, sí cuesta, pero tampoco creo que tenga que ser medido a muchísimos años. Primero porque la situación cambia. Creo que los legados al final tienen que ser proyectos que puedan ser ejecutados y cuyo retorno pueda verse, no voy a decir en un plazo de un año ni de dos, pero que tú puedas en tres, cuatro años saber que tiene una marcha.
Tienes toda la razón de que se tienen que comunicar estos proyectos. Sueño con que un día un ayuntamiento, cuando escuche que viene tal congreso, diga: “vienen especialistas, viene mucho conocimiento, utilicemos esto para sensibilizar, educar, mejorar la vida en nuestro destino”.
Tendríamos que ser más dinámicos, pero para eso debería haber otro sistema de organización. En mi especialidad, el cáncer es multidisciplinario y yo estoy muy acostumbrada a cuando tenemos que discutir una enfermedad, lo haga con un cirujano, con un radiólogo, con un psicólogo, con un nutricionista. Pero eso no pasa en la sociedad. La sociedad no es multidisciplinar en la toma de decisiones importantes. Quizás debería haber una figura, que pudiera pensar de forma transversal entre muchos interlocutores, y pensar acciones de mejora. Quizás los proyectos de legado tienen también este papel.
Quizás esta figura podrá ser el convention bureau, que esté en contacto con los organizadores de eventos y puede pensar cómo impactar gracias a este evento y conectar con los actores locales para provocar una serie de actividades.
Puede ser, sí.
¿Es mucho trabajo ser embajadora?
Fue mucho trabajo, porque como casi todas las cosas que cuestan, se hacen cuando uno acaba su trabajo remunerado. Y este otro trabajo es altruista, y es más complicado pero te reporta mucha satisfacción. Fue muy complicado. Además, hay que no herir susceptibilidades, y estimular que la gente cambie, lo cual es complejo. Cuando viene alguien a plantear algo diferente, lo normal es encontrar un no… hasta que encuentras el disruptivo, el que como tú piensa, qué puede hacer.
¿Te aportó mucho esta experiencia?
A nivel personal me aportó muchísimo. Primero, salir de mi zona de confort. Y para mí eso es importantísimo, porque para mí estimula mi creatividad y me hace trabajar con personas que piensan de forma diferente a mí. Nos enriquecemos cuando vemos perspectivas diferentes. Y los eventos van de eso también, de ver a los compañeros, sí, pero de ver a personas diferentes, de buscar a la persona disruptiva que pueda hacer que las cosas cambien.
También mi sociedad, la SEOR, me hizo un reconocimiento comunicado a todos los socios, valorando mi esfuerzo. Tuve también la enorme fortuna de ser reconocida.
¿Ves algo que tenemos que cambiar en los eventos? se comenta a veces la oportunidad de buscar formatos más pequeños, más participativos, utilizar la tecnología para ver lo que la gente entiende…
Sí, porque todo el mundo sabe que cuando por mucho interés quieres entrar una charla de 45 minutos, a los 5 o 10 minutos, si el otro no es buen orador, ha perdido al 75% del público. Sí.
Creo que la tecnología va a hacer que el mundo sea mucho más operativo. Yo las charlas de 45 minutos donde cada uno va a hacer un rollo, no tiene que ser un buen orador que está nervioso, hablen un problema que no es el suyo. Creo que las cosas van a cambiar.